El último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas ha llegado cargado de malas noticias para los dos principales partidos políticos.
PP y PSOE no salen bien parados en la encuesta. A los populares les concede una intención de voto del 30% y a los socialistas del 21,2%. Decepcionante cosecha si se tiene en cuenta que en las pasadas elecciones generales, las celebradas en noviembre de 2011, los primeros se hicieron con una incontestable mayoría absoluta al recabar el 44,62% de los votos, y los segundos, aún obteniendo un pésimo resultado, lograron el 28,73%.
Más allá de esta conclusión clave, el sondeo muestra una segunda derivada trascendental para ambos partidos: un buen porcentaje de los apoyos que se han ido dejando en el camino en los últimos dos años y medio aparece ya como irrecuperable. En el caso del PP se trata de un 16%, y en el del PSOE, de un 14,4%.
Éste es el porcentaje de votantes que en cada caso asegura ya que «con toda seguridad, no votaría nunca» al partido por el que optó en los últimos comicios generales. Se trata de ciudadanos que han traspasado ya la línea roja de la simple decepción respecto a una fuerza política. Es gente dispuesta a huir hacia otros terrenos electorales cansados de promesas incumplidas, casos de corrupción, sacrificios sin recompensa, incompetencia y ninguneos. Son los que se van para no volver.
Ello significa que de los 10.830.693 votos que obtuvo el Partido Popular en las elecciones generales de 2011, un total de 1.733.000 no repetirán papeleta. O eso es lo que aseguran tajantemente a día de hoy.
En el extremo opuesto, los que se declaran fieles por encima de todo a las siglas del PP, es decir, los que afirman que «con toda seguridad» votarían «siempre», a este partido son un 17,3%.
En el caso del PSOE, de los 6.973.880 votos logrados hace dos años y medio, un millón parece haberles dado definitivamente la espalda. Por el contrario, su grupo de irreductibles sería del 12%. Los socialistas aspiran a reconducir estas cifras con su nuevo líder,Pedro Sánchez. Para ellos, la fórmula mágica estaría en la renovación.
Sea como fuere, en definitiva, entre uno y otro, el bipartidismo se deja en la cuneta «casi tres millones de votantes que se desperdigarán hacia otras fuerzas políticas».
Con estos datos que se desprenden del último sondeo del CIS se van al traste buena parte de las esperanzas del PP, un partido que explicó su abultada pérdida votos (2,5 millones) en las pasadas elecciones europeas apuntando que se trataba de ciudadanos enfadados con las duras medidas puestas en marcha por el Gobierno para hacer frente a la crisis y que habían optado por quedarse en casa, es decir, refugiarse en la abstención, pero no entregar su papeleta a otra fuerza política. Serían, por tanto, recuperables.
En virtud de este argumento, los dirigentes populares -así se manifestó por ejemplo, la secretaria general del PP María Dolores de Cospedal, el vicesecretario Carlos Floriano o el portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso- han mostrado su convencimiento de que podrán atraer de nuevo a esos ciudadanos en esta segunda parte de la legislatura en la que el Ejecutivo pondrá en marcha medidas de alivio fiscal y estímulo al crecimiento.
Hoy por hoy, los resultados de la encuesta del CIS no ofrecen muchas esperanzas de que vayan a conseguirlo. Bien al contrario, una parte muy importante de esos votantes decepcionados asegura que ya no volverá al redil de los populares. Y lo dice cuando desde el Gobierno se ha activado ya una campaña para trasladar a la ciudadanía que la economía ha iniciado la fase de recuperación, que el crecimiento ha vuelto para quedarse, que los datos positivos son ya inapelables y que de aquí en adelante todo irá a mejor.
Pese a ello, según los datos cruzados de voto más simpatía, y siempre partiendo de los votantes declarados del PP en 2011, un 59,6% se mantendrá fiel a la papeleta de la gaviota, en tanto que un 2% podría pasarse al PSOE, un 4,3% a UPyD, un 3,9% a Podemos y un 1,7% a Ciudadanos.
En el caso de los votantes que aseguran haberse inclinado por el PSOE en 2011, un 50,8% se mantendría fiel al puño y la rosa, en tanto que un 1,2% podría trasladarse al PP, un 6,9% a Izquierda Unida, un 3,1% a UPyD y un abultadísimo 17,7% a Podemos.
La formación que lidera Pablo Iglesias bate todos los récords a la hora de captar votantes defraudados de los partidos tradicionales. Su terreno más fértil es lógicamente la izquierda. Basta con comprobar que un 30,7% de los votantes de Izquierda Unida en 2011 podrían ahora dar el salto hacia Podemos. Por tanto, no es de extrañar, ante estas perspectivas, que en el partido que lidera Cayo Lara hayan saltado las alarmas y se exploren planes de colaboración, convergencia o fusión con la nueva fuerza política que ha irrumpido en el panorama político nacional cosechando a la primera nada menos que 1,2 millones de votos.
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