27 may 2015

Marisol Linares.



 Vicesíndica del Grupo Parlamentario Popular en las Cortes Valencianas.
Decía mi abuela que se recoge lo que se siembra. Pues es lo que le ha pasado al Partido Popular en las elecciones del pasado domingo. Durante estos últimos años el partido en la Comunitat Valenciana ha ido perdiendo cohesión, creyendo que la renovación y la regeneración pasaba por ir dejando personas y familias en el camino, simplemente por no ser de la cuerda de quien dirigía el partido en sus respectivas provincias. ¡Qué error más grave!.
Aquí debemos tener muy claro dos principios olvidados, uno “nadie es imprescindible pero todos somos necesarios” y cuando digo todos, son los rubios los morenos, los zaplanistas, los campistas, los rusistas, los carlistas o los fabristas y el otro, que “las personas estamos de paso”, es ley de vida pero, las siglas y el proyecto deben pervivir por el bien de la sociedad y de las generaciones futuras.
En los últimos años, el PPCV ha despreciado manos, brazos, experiencias y trabajo de muchas personas que por distintas razones han sido arrinconadas sin tener en cuenta que muchas de ellas, por su condición personal o trayectoria profesional, arrastraban a otras a que simpatizaran y votaran al PP. Precisamente ese granero de votos que son familias tras familias, son las que han causado un agujero popular en las urnas.
Atrás queda cuando en el año 2011 el PP ganó en la Comunitat Valenciana por mayoría absolutísima con 55 diputados en Les Corts y mayoría absolutísima en la Diputación de Castellón con 18 diputados, y el PP fue hasta ahora quien obtuvo el respaldo y la confianza de los ciudadanos para gobernar la Generalitat, las tres diputaciones y las tres capitales de provincia así como la gran mayoría de los ayuntamientos de la Comunitat. Y todo ello, pese a la crisis económica que veníamos sufriendo desde 2008 por la ineficaz política del Señor Zapatero al frente del gobierno de España y los mediáticos casos de corrupción.
Por esas fechas contábamos con un PPCV cohesionado, unido como un castillo donde las huestes enemigas intentaban asaltarlo y no podían. A diferencia de los últimos tiempos, donde el enemigo se encuentra con un ejército sin rumbo y sin generales que dirige la tropa. Es más, en ocasiones se abre las puertas del castillo y entregamos a los nuestros porque creemos que así ablandamos el corazón del enemigo, creyendo que con eso el pueblo nos lo agradecerá en las urnas. Está claro que no.
La prueba es que en Andalucía donde hay más de 200 cargos imputados, dos expresidentes en el aire por casos judiciales, paro desorbitado y una crisis económica que afecta por igual a los ciudadanos no pasa factura al PSOE andaluz porque el castillo con su dueña dentro se mantiene invencible ante la mirada de sus súbditos que aún cree que la salvarán de las huestes enemigas.
Así que quien justifica la pérdida de votos y se esconde detrás de la corrupción y de la crisis puede tener una parte de razón pero no escondamos la cabeza debajo del ala y hagamos autocrítica. Volvamos todos al castillo donde las murallas que son los valores y principios del PP nos protejan a todos y donde todos los súbditos: altos, bajos, jóvenes, mayores…. con unos nuevos generales sepan defender a sus huestes de sus enemigos. Porque sólo unidos es la única manera de ser invencibles por las tropas enemigas en las futuras batallas.

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