21 may 2016

Todo empieza por la eduación


Son muchos los desafíos de cara a una sociedad que deberá ser crecientemente más dinámica, competitiva, responsable y justa. El mayor de todos es lograr una universidad que ofrezca a todos la oportunidad de construir su proyecto de vida.
Hagamos memoria. Si vemos el estado del país y de las universidades dos décadas atrás, es evidente que nuestra situación es considerablemente mejor a la de entonces.
Nuestra renta per cápita ha aumentado un 27% en términos reales. Hemos acogido a más de 5 millones de inmigrantes, que han contribuido a nuestro desarrollo y diversidad. El número de ocupados ha aumentado un 45%, es decir, hoy tienen empleo 5,6 millones de personas más. Esto equivale a más de un cuarto del empleo generado en toda la Eurozona durante el mismo período.

Un gran logro ha sido la incorporación creciente de la mujer al mercado de trabajo. La participación de la mujeres en el mercado laboral ha aumentado en más de 25 puntos porcentuales.
En los últimos 20 años nuestro sistema universitario ha despuntado. No es casualidad que España sea el destino favorito de los estudiantes de Erasmus, con más de 40,000 alumnos por año. Tampoco es casualidad que 52 españoles sean de los investigadores más citados del mundo. Ni que España sea la 10ª nación en producción científica, y la 8ª en publicaciones según las revistas Science y Nature.
No es sólo cantidad. También ha aumentado la calidad, como se ve en el mayor número de publicaciones altamente citadas hechas por autores españoles.
Pero queda mucho por hacer. La pregunta ahora es: ¿cómo construir sobre estas bases sólidas un país capaz de aprovechar las oportunidades de la globalización y la digitalización? ¿Cómo reducir el paro? ¿Cómo lograr que todos los que quieran trabajar puedan prepararse adecuadamente para hacerlo?
La respuesta está en confiar e invertir en todos los españoles, en su educación y su formación continua.
En los países que están realizando con éxito el tránsito a una economía y a una sociedad basadas en el conocimiento, el sistema universitario es una prioridad de primer orden. Los estudiantes, profesores e investigadores necesitan contar con información y medidas homogéneas de calidad que faciliten la comparación de universidades y ámbitos de conocimiento.
De ahí el interés que generan los rankings o clasificaciones de universidades. Los rankings bien hechos aportan transparencia. Ayudan a los estudiantes y a sus familias a tomar decisiones importantes, a identificar buenas prácticas y a orientar líneas de actuación a futuro. Son un estímulo para hacer las cosas mejor.
El ranking que elabora la Fundación CyD se construye por ámbitos de conocimiento y otras variables de relevancia institucional. Su última edición muestra que tanto nuestra educación universitaria como nuestra investigación son mejores de lo que sugieren otras clasificaciones que utilizan indicadores sintéticos y que, por tanto, no recogen la diversidad de la universidad española.
La prosperidad y el bienestar de nuestro país depende hoy, más que nunca, de la calidad de nuestro sistema educativo. La base del éxito es un sistema educativo que prepare a todos nuestros jóvenes para afrontar su futuro.
Un sistema menos enfocado en entrenar para los trabajos y oficios de hoy, y capaz de educar para los empleos del futuro; un sistema con menos clases presenciales, y más foco en la investigación y en proyectos con aplicación práctica; un sistema que dé más opciones a los alumnos, y les ofrezca más flexibilidad en su trayectoria académica.
Un sistema que cuente con certificaciones realistas; que aplique nuevas tecnologías para personalizar el aprendizaje e incrementar la capacidad de profesores y alumnos; que utilice un sistema de evaluación que permita aprender y mejorar.
Si no abordamos con decisión la transformación digital, las instituciones educativas y las universidades corren el riesgo de incrementar la desigualdad.
Esta transformación comienza con la enseñanza preuniversitaria; con mejores sistemas de selección y formación del profesorado; más ayudas a las familias con menos recursos; mayor autonomía de los centros para desarrollar sus propios proyectos educativos y mejora y fomento de la formación profesional.
En educación universitaria es necesaria una gobernanza renovada. Con nuevos esquemas de organización, gobierno y financiación, un marco más flexible que permita mayor autonomía y diferenciación en la búsqueda de la excelencia y una gestión trasparente que rinda cuentas a la sociedad y al Estado.
Precisamos de una estrategia enfocada al desarrollo del talento, que asegure el desarrollo del potencial de todos; que facilite una formación de calidad accesible para todos; que atraiga a los mejores, con oferta en las dos lenguas internacionales más importantes, castellano e inglés, y que estimule la interacción universidad–empresa.
Esa estrategia debe partir de la integración plena de la tecnología digital. Las nuevas tecnologías son una gran oportunidad para innovar en la educación, tanto presencial como virtual, y en la investigación. Bien utilizada, la tecnología puede multiplicar el acceso a una formación de calidad.
En resumen: igualdad de oportunidades, diversidad, gobernanza renovada, flexibilidad y digitalización.
Habrá que afinar algunas de estas ideas, pero lo que nos reclama la sociedad es que lleguemos a acuerdos, y que logremos amplios apoyos, para construir –empezando por la educación— un futuro mejor y más justo, para todos.
Séneca decía: “no nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”.
Hay que atreverse.
**Ana Botín es presidenta del Banco Santander y de Universia       



Ana Botín
21.05.2016


4 may 2016

Normalización del fracaso

Es sorprendente la normalidad y naturalidad con la que los partidos han asumido su fracasoel que nos lleva a unas nuevas elecciones. O, al menos, eso pretenden hacernos creer.
Tras el 20-D se decía que no se atreverían a llevarnos a unas nuevas elecciones y aquí estamos, ya con la convocatoria oficial del 26-J sin que haya más alteración apreciable en ellos que la inquietud por ver cómo echar la culpa al otro. Llevar a los españoles de nuevo a las urnas se ha convertido en un movimiento táctico.
¿Y si el resultado de las elecciones del 26 de junio fuera aún más difícil de manejar y de concretarse en un pacto de Gobierno?
¿Y si fueran necesarias unas terceras elecciones porque los principales partidos siguieran sin adaptarse a los deseos de los españoles expresados en las urnas?
Pues salvo cambio radical de posición de alguno de los partidos parece bastante probableque eso ocurra. La encuesta del CIS muestra que un porcentaje muy elevado de electores está dispuesto a repetir su voto y, además, los partidos no dan muestras que permitan aventurar un cambio.
Los partidos se han atrevido a forzar la repetición de elecciones una vez y nada impide pensar que no lo vuelvan a hacer. Legalmente es posible.
Además, los resultados que apuntan todas las encuestas pueden ser incluso más endiablados que los del 20-D, según los parámetros que se han utilizado en estos meses de supuesta negociación.
Por un lado, ninguna encuesta asegura que la suma de PP y Ciudadanos llegue a los 176 escaños que les permita gobernar. Y si no llegan por sí solos ningún otro partido podrá prestarles ni un solo escaño, salvo cambio: ni los socialistas, ni los nacionalistas/independentistas.
Obviamente, la gran coalición PP-PSOE sumaría, pero a día de hoy está descartada, por más que se empeñe Rajoy. Requeriría de un giro radical y traumático para un PSOE que en todo caso entrará en efervescencia desde el 26 de junio.
Con seguridad la suma PSOE con Ciudadanos seguirá sin ser suficiente y hasta es posible que sea menor.
En la izquierda las encuestas muestran un posible cambio notable: Podemos con Izquierda Unida puede quedar por delante del PSOE. Pero con dudosa eficacia para formar Gobierno, según la experiencia reciente.
Es decir, ya no se trataría de que el partido de Pablo Iglesias apoyara al de Pedro Sánchez, sino lo contrario. Y las preguntas son: ¿si el PSOE no pactó con Podemos para gobernar en mejores condiciones es creíble que pueda apoyar a Iglesias para ser presidente del Gobierno? ¿Le dejarán al PSOE permitir un Gobierno de Podemos los que no le dejaron antes gobernar con Podemos?
La respuesta hoy es "no a todo", salvo cambios radicales.
El bucle en el que hemos entrado ya no tendría fin. Las líneas rojas de cada uno siguen indelebles y ahora ya sabemos que frases como "hemos entendido el mensaje de los electores exigiendo diálogo" son solo retóricas. Y los nuevos ya no son nuevos.
En estos cuatro meses han caído tópicos que estaban admitidos, además del de la imposibilidad de repetir elecciones. Por ejemplo, desde el PP decían que estaba hecho el pacto PSOE-Podemos y la radicalización de los socialistas y desde Podemos se decía que la gran coalición llegaría y ninguno de ellos se ha cumplido. ¿Y si el siguiente en caer es el de las terceras elecciones?
En esa normalización del fracaso, otro de los estereotipos utilizado es el de la segunda vuelta. En este caso, solo se trata de encubrir ese fracaso, porque en realidad si hubiera segunda vuelta solo sería entre PP y PSOE. Es decir, después de establecer el marco de que el bipartidismo es malo y hay que superarlo, se pretende establecer la idea más bipartidista que hay en un sistema electoral, el de la doble vuelta.
Rajoy, con notable optimismo, sostiene que a finales de julio puede haber Gobierno, con él al frente, pero la experiencia de estos meses aconseja un cálculo más realista que lleva a mediados de agosto y con incertidumbre. Y sin descartar que se prolongue el bucle de votar hasta que a los partidos les vaya bien el resultado para sus intereses.