UN PARADO QUE
CAMBIO EL MUNDO. Y nos libró del comunismo.
Si mi cabeza no me falla y por mi edad no debería de hacerlo todavía,
el 14 de agosto es un día lleno de
historia, o al menos de recuerdos de la historia.
Un día tal como hoy en
1947 India y Pakistán dejaban de estar al servicio de su Graciosa Majestad, al dejar
de ser colonias del Reino Unido.
Pero si bien en el Reino Unido hoy es un día “triste”, para
el mundo entero Reino Unido incluido, debe ser un día “feliz”.
Nos vamos a la primavera y el verano de 1980.
Mientras aquí en España estábamos metidos de lleno en la
preparación del Mundial de futbol los ojos del mundo se posaron en dos ciudades,
una Londres, la otra Gdansk.
El 30 de abril de 1980, seis terroristas iraníes ocuparon la
embajada de Irán en Londres, tomando como rehenes a una treintena de personas y
exigiendo la liberación de presos políticos en Irán.
Durante varios días la crisis de los rehenes se desarrolló
como es habitual en esos casos, largas negociaciones sobre las distintas posibilidades,
posibles salidas y sus consecuencias especialmente políticas.
El 6 de mayo, un comando del SAS con todos sus miembros vestidos
de negro entró en la embajada dejando al
mundo paralizado pues la entrada en la embajada se realizó en hora de máxima
audiencia. Las televisiones de todas partes del mundo interrumpieron su
programación habitual para retrasmitir el acontecimiento en directo dejando el
mundo entero paralizado.
Pero ese
mundo todavía medio paralizado no sabía
lo que iba a pasar unos días más delante de aquel verano de 1980.
Durante lo primeros días de julio de aquel año el Gobierno de
Polonia empezaba su fin. Se aumentaron los precios de los productos básicos de
alimentación como la carne de cerdo y pollo generando una serie de huelgas por
todo el país. Lo que comenzó como una huelga derivó a un conflicto industrial y
de ahí se convirtió en una crisis política que acabaría por cambiar el mundo.
Los astilleros navales Lenin de Gdansk en la costa báltica ya
habían sido el escenario de otros disturbios parecidos en 1970 que derribaron
al líder de los comunistas polacos.
En aquella revuelta la policía había matado a casi 50
trabajadores por lo que ahora en 1980 había un miedo aprendido y una
comprensible resistencia a volver a exponerse a las mismas consecuencias por lo
que los trabajadores de los astilleros prefirieron mantenerse distantes del
creciente e imparable movimiento huelguista que recorría todo el país.
Pero no todo el mundo se mantuvo distante, un día como hoy,
14 de agosto de aquel “feliz” 1980, un parado cambio el
mundo.
Lech Walesa, se encaramó a lo alto de una valla
que rodeaba el perímetro de su antiguo lugar de trabajo, hablo a los
trabajadores y les convenció para que rechazaran la oferta de sus patronos y
después los dirigió en lo que se llamó una “huelga de ocupación”. Durante los
siguientes días los huelguistas se
atrincheraron en las instalaciones de los astilleros, rechazaron varias ofertas
mas de la dirección y dieron a conocer una serie de peticiones que incluían el programa
Lubin, es decir, exigencias políticas que incluían sindicatos libres,
liberación de los presos políticos, relajación de la censura, etc.
¡Ah! y la construcción de un monumento en homenaje a los
muertos en las revueltas de 1970.
A continuación, el hundimiento de la autoridad comunista y su
sustitución por la del nuevo sindicato Solidaridad se
produjeron a la velocidad de un rayo.
Al igual que la entrada del comando de los SAS en la embajada
de Londres se retrasmitió en directo, aquí en los Astilleros Lenin de Gdansk las demandas de los
trabajadores en las negociaciones con la dirección también se retrasmitieron en
directo mediante altavoces situados en diferentes lugares dentro de los
astilleros. Estas demandas comenzaron a avivar el desafío comunista en toda
Polonia y a cambiar el mundo.
El sindicato Solidaridad se
convirtió así en el primer sindicato independiente dentro del bloque Soviético
siendo una de sus principales características la no violencia y el
anticomunismo.
El último día del mes de agosto de 1980, el Gobierno polaco
capituló y firmó los acuerdos de Gdansk, creándose así el primer sindicato
independiente detrás del Telón de Acero.
Lech Walesa,
el parado que cambio el mundo firmó en nombre de los huelguistas
pariendo así al sindicado
Solidaridad.
Gracias a la sensatez de sus demandas y a su identificación
la Iglesia y con su país, los huelguistas se granjearon el apoyo primero de la opinión
pública nacional y después del extranjero.
Pero Solidaridad era realmente mucho más que un sindicato.
Era un movimiento a favor de la democracia y la independencia nacional. Además
como sus miembros delegados habían sido elegidos tenían la autoridad moral. Más
autoridad moral que las instituciones legales del Estado comunista.
La autoridad moral no es una mera superioridad teórica puesto
que las organizaciones que se basan en ella logran que se obedezcan sus órdenes
y se respeten sus deseos. Las organizaciones
que por el contrario carecen de autoridad moral dependen del empleo de la
amenaza y del miedo así como de la fuerza.
Con todo ello el sindicato Solidaridad estaban
socavando la posición estratégica de la Unión Soviética en la Guerra Fría.
Además lo que hacia que los problemas polacos fuesen tan traumáticos era que aparte
de amenazar la posición estrategia de la Unión soviética, desestabilizaban una
situación política mundial.
Con el tiempo dieron por fin con el final del comunismo. Se habían
convertido en un fenómeno pues habían transcendido el ámbito sindical y político
para convertirse en un fenómeno para los medios de comunicación siendo
conocidos por todo el mundo. El sindicato Solidaridad iba
convirtiéndose en la fuerza social dominante en Polonia, cuadruplicando sus
miembros a los del Partido Comunista.
En resumen, su autoridad moral iba convirtiéndose en
autoridad política. El miedo, la
opresión, la mentira dejaran paso a la libertad y abrieron la puerta a un nuevo
mundo. Un mundo como lo conocemos hoy dejando en el basurero de la historia el
comunismo y todo lo que ello conlleva. Obviamente no todo pero si en parte
gracias a un
parado que cambió el mundo.