Como un metrónomo que viene y va, los precios del
petróleo han oscilado una y otra vez durante la mayor parte del siglo pasado condicionando
así el destino de las naciones.
Más a menudo que no, los suministros mundiales del
volátil crudo fueron controlados por los gobernantes de los dominios del
desierto que de otro modo habrían sido impotentes si no hubiera sido por el
crudo que burbujea debajo de sus tronos.
A día de hoy el metrónomo está de nuevo en movimiento.
No solo los
caprichos del mercado han enviando el precio del petróleo por debajo de 45 dólares
cuando hace apenas medio año cotizaba a más de 100 dólares el barril, sino que
por si fuera poco, podría caer aún más en los próximos meses.
Nada más lejos de la realidad, a primera vista
podría parecer que la historia de la oscilación de precios se repite, pero esta
vez, con solo profundizar un poquito más el análisis, enseguida surge una diferencia
vital: el centro del mundo del petróleo se ha "deslocalizado"
desde las arenas de Arabia Saudí a los campos de petróleo de esquisto de los Estados Unidos de América.
Dicho de otra manera, a nivel global, los Estados
Unidos están superando a la OPEP como el
productor que determina los precios. Pero además y por si fuera poco, no es coincidencia
que casi todas las ventajas de la oscilación de precios se estén moviendo en
dirección a Washington. La mayoría de los consumidores y las industrias
estadounidenses se han beneficiado de una fuerte caída en los precios de la
gasolina y otros costos de la energía. Y en el extranjero, las economías de los
adversarios productores de petróleo como Rusia y Venezuela se están
tambaleando.
Como es sabido por todos, acudir al pasado es casi
siempre un buen recurso. Hacia el final de 2009 se desplomaron por última vez los precios del petróleo, entonces, la OPEP redujo la producción unos cuatro millones de barriles al día para
sostener los precios, estabilizándose el mercado en un tiempo relativamente
corto.
Esta vez, los saudís y sus aliados del Golfo han dicho
que no argumentando que si cortan la producción
perderán cuota de mercado con lo que con esta decisión han perdido el
tradicional papel de "controladores" del mercado al ser los únicos
proveedores con un volumen de producción tal que les permite condicionar el
precio mediante la gestión de la oferta del cártel.
La decisión llegó como una sorpresa para el mercado
del petróleo. Desde el momento en que la OPEP decidió mantener constante su
producción en 30 millones de barriles al día, muchos y especialmente los
productores norteamericanos independientes interpretaron la medida como un
ataque directo ante la nueva realidad de la creciente producción de petróleo
estadounidense.
Desde los embargos petroleros de los sesenta y los
setenta, a nadie escapa que la desaparición de la OPEP como manipulador del precio
la han tenido en mente prácticamente todos los presidentes estadounidenses
desde Richard Nixon con el único fin de encontrar la independencia energética
de los Estado Unidos y así librarse de la atadura a la Oriente Medio.
No convendría olvidar que el fracturamiento
hidráulico o fracking como aquí lo conocemos, es el factor más importante de cambio
en los mercados globales durante la última década.
En cuanto la tecnología unida a la voluntad política
hicieron posible el acceso a las reservas de crudo americanas, las
importaciones de África y Oriente Medio se vinieron abajo, obligando a algunos
productores de la OPEP a buscar salida para su crudo en los mercados asiáticos,
donde tuvieron que luchar entre ellos a base de bajadas de precio para no
perder cuota de mercado transformando así la dinámica de los precios a nivel
global.
Sería conveniente no olvidar que a día de hoy, los
Estados Unidos producen más o menos la
misma cantidad de petróleo que Arabia Saudí no solo estando a punto de
superarles, sino que se está posicionando para convertirse en el nuevo OPEP.
Todo ello por no hablar de que esta nueva posición dominante está gestionada
bajo las reglas del libre mercado y no bajo el capricho de unos pocos todopoderosos
jeques.
Para terminar, hay que decir que los saudíes, en
comparación, se encuentran en una posición cada vez más débil. El año pasado,
sus exportaciones disminuyeron no sólo a Estados Unidos, sino a Asia. Aún así, convendría no olvidar que hoy
por hoy, no solo siguen siendo uno de los productores de más bajo precio con potencial de expansión, sino que siguen siendo actores de primerísimo
nivel en el escenario mundial.
Solo cabe preguntarme qué pensarían hoy Nixon o
Carter, pues no olvidemos que bajo el liderazgo de Arabia Saudí, la OPEP
todavía controla aproximadamente el 30 por ciento de la producción mundial de
petróleo, pero tampoco perdamos de vista
que su papel se ha reducido desde el 40 por ciento que controlaban en la década
de 1970.
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