28 may 2015

No se enteran de nada

Lo más impresionante de los resultados de las últimas elecciones en España están siendo, sin duda, las reacciones posteriores a la publicación de los resultados.

El análisis es similar al que hice tras las pasadas elecciones europeas de 2014: toda una manera de hacer política pierde fuerza, a manos de una serie de opciones más modernas que plantean modelos radicalmente diferentes.

Tan solo un tercio de los ciudadanos siguen dando su confianza a un estilo de hacer política en el que otorgan su confianza a ciegas a alguien que puede pasarse cuatro años haciendo y deshaciendo a su antojo y sin escucharles para nada.

Y que además, va y se atreve a llamarlo “gobernar”. En su mentalidad, gobernar sería mucho más sencillo si eliminásemos a todos esos molestos ciudadanos que no paran de parlotear en esas malditas redes sociales…oh, wait!
Algo que se puede percibir, sobre todo, en una comunicación política muchísimo más activa y bidireccional, con elementos de construcción de reputación mucho más inteligentes y bien dimensionados.
Mientras la “vieja política” trata al ciudadano como si fuera idiota y lo ignora completamente tanto en sus procesos internos (confección de listas con total ausencia de democracia interna, etc.) como en los externos (procesos legislativos en los que la voluntad popular carece completamente de influencia alguna), la nueva política parece escuchar activamente en tiempo real y plantear debates de los que es capaz de derivar aprendizaje organizacional.

¿Qué ha ocurrido? Sencillamente, que los partidos tradicionales retroceden, y que el sistema da entrada a nuevas formas de hacer política, independientemente de su signo (el propio signo pierde fuerza, y algunas de esas marcas ya no se asocian tan claramente con una ideología que podamos reducir a un color y sí a un elemento metodológico, a una manera de hacer las cosas). En ese contexto, un fragmento del informativo de esta mañana en TVE 24 Horas me he encontrado una clave muy clara de la dimensión de la catástrofe y de la total ausencia de sensibilidad de sus protagonistas:

 ¿Qué nos encontramos en estas declaraciones?

1.  Culto al líder: el líder por encima de todo, “si él lo cree”, “no solo es el mejor, sino el único”, “nadie lo cuestionó en público”, “el mejor candidato ya no del PP sino de toda España”, “el gran líder que nos sacó del precipicio”… una épica mucho más digna de un congreso del partido comunista chino o búlgaro que de un partido moderno.

2.  Vocación cosmética: el problema no es, en su análisis, algo de fondo, sino simplemente de formas, puramente cosmético. “Gestionamos bien pero no emocionamos”, o “vamos a cambiar estilos, formas y estrategias”… No, mira, no se trata de cambiar las apariencias: se trata de que los ciudadanos cuya voluntad habéis ignorado durante cuatro años están ahora llamando a la puerta y pidiendo venganza.     
                     
Cuatro años haciendo política completamente de espaldas al ciudadano no son una cuestión que se pueda cambiar simplemente con “nuevos estilos, formas y estrategias”… no es eso. Es una forma de hacer las cosas que lleva, lógicamente, a que un porcentaje muy elevado de los ciudadanos que aún no se han desencantado completamente quieran sencillamente echaros a patadas del poder. 

Incluso hasta el punto de estar dispuestos, para ello, a dar paso a opciones con un elevado componente de incógnita. Es lo que tiene no respetar a los ciudadanos, que terminan por querer pagarte con la misma moneda. Es una cuestión de elemental respeto, o mejor, de falta del mismo: si creías que ibas a poder aprobar las leyes que te diese la gana y que después los ciudadanos se olvidarían de tantas afrentas a la hora de votar, es que sencillamente eres tonto.

3.  Cambio en la ecuación de poder: las viejas alternativas son el “mas de lo mismo”, las nuevas representan “oportunidad”. Quien evite que en una circunscripción determinada llegue al gobierno una opción de la nueva política, recibirá las renovadas iras de un importante porcentaje de electores, incluso aunque aritméticamente pudiera tener sentido plantearlo como alternativa. Literalmente, “los de siempre” contra “los nuevos”, y quien se mueva, no sale en la foto. Si asociamos a eso el espantoso panorama de corrupción a todos los niveles que se vincula a esa etapa política, no resulta difícil entender que un porcentaje tan elevado de ciudadanos quieran, sencillamente, darle carpetazo. Cambiar de políticos como quien cambia de pañales, y por las mismas razones.
Decididamente, alguien no se está enterando de nada. Ni en términos de análisis, ni en términos de comunicación, ni en términos estratégicos. El planteamiento de alguna de las formaciones políticas emergentes ha sido exactamente el que se planteaba hace algunos años, en las reflexiones previas al 15M: ante una ley electoral absurda pero en la que las formaciones tradicionales han logrado enrocarse, lo único que se puede diseñar es un auténtico hackeo del sistema político, que permita maximizar el número de representantes en cada estamento. La cuidadosa elección de las circunscripciones y el planteamiento de demandas de cara a posibles pactos que incluye muchas de las condiciones de cambio metodológico (cambio en la ley electoral, eliminación aforamientos, exclusión de imputados, limitación de mandatos, open data, elecciones primarias, contratación electrónica, etc.) refleja un nivel de preparación y de profesionalidad que ha dejado a los políticos de toda la vida completamente en fuera de juego.
Estas elecciones reflejan el inicio de la glaciación en la que perecen todos los dinosaurios, y no lo digo por edad, sino por actitud. Simplemente, no se enteran de nada, porque la nueva manera de hacer política no está en su ADN, no son capaces de entenderla. Viendo estos resultados y, sobre todo, las reacciones posteriores, es fácil entender que en las próximas elecciones, las generales, las cosas se pondrán todavía mejor. O para algunos, mucho peor.
Lo dijimos en su momento: algunos mensajes tardan en calar… pero terminan calando. Tras los ensayos, viene lo bueno. En unos meses, la siguiente edición. 







 E. Dans


27 may 2015

Marisol Linares.



 Vicesíndica del Grupo Parlamentario Popular en las Cortes Valencianas.
Decía mi abuela que se recoge lo que se siembra. Pues es lo que le ha pasado al Partido Popular en las elecciones del pasado domingo. Durante estos últimos años el partido en la Comunitat Valenciana ha ido perdiendo cohesión, creyendo que la renovación y la regeneración pasaba por ir dejando personas y familias en el camino, simplemente por no ser de la cuerda de quien dirigía el partido en sus respectivas provincias. ¡Qué error más grave!.
Aquí debemos tener muy claro dos principios olvidados, uno “nadie es imprescindible pero todos somos necesarios” y cuando digo todos, son los rubios los morenos, los zaplanistas, los campistas, los rusistas, los carlistas o los fabristas y el otro, que “las personas estamos de paso”, es ley de vida pero, las siglas y el proyecto deben pervivir por el bien de la sociedad y de las generaciones futuras.
En los últimos años, el PPCV ha despreciado manos, brazos, experiencias y trabajo de muchas personas que por distintas razones han sido arrinconadas sin tener en cuenta que muchas de ellas, por su condición personal o trayectoria profesional, arrastraban a otras a que simpatizaran y votaran al PP. Precisamente ese granero de votos que son familias tras familias, son las que han causado un agujero popular en las urnas.
Atrás queda cuando en el año 2011 el PP ganó en la Comunitat Valenciana por mayoría absolutísima con 55 diputados en Les Corts y mayoría absolutísima en la Diputación de Castellón con 18 diputados, y el PP fue hasta ahora quien obtuvo el respaldo y la confianza de los ciudadanos para gobernar la Generalitat, las tres diputaciones y las tres capitales de provincia así como la gran mayoría de los ayuntamientos de la Comunitat. Y todo ello, pese a la crisis económica que veníamos sufriendo desde 2008 por la ineficaz política del Señor Zapatero al frente del gobierno de España y los mediáticos casos de corrupción.
Por esas fechas contábamos con un PPCV cohesionado, unido como un castillo donde las huestes enemigas intentaban asaltarlo y no podían. A diferencia de los últimos tiempos, donde el enemigo se encuentra con un ejército sin rumbo y sin generales que dirige la tropa. Es más, en ocasiones se abre las puertas del castillo y entregamos a los nuestros porque creemos que así ablandamos el corazón del enemigo, creyendo que con eso el pueblo nos lo agradecerá en las urnas. Está claro que no.
La prueba es que en Andalucía donde hay más de 200 cargos imputados, dos expresidentes en el aire por casos judiciales, paro desorbitado y una crisis económica que afecta por igual a los ciudadanos no pasa factura al PSOE andaluz porque el castillo con su dueña dentro se mantiene invencible ante la mirada de sus súbditos que aún cree que la salvarán de las huestes enemigas.
Así que quien justifica la pérdida de votos y se esconde detrás de la corrupción y de la crisis puede tener una parte de razón pero no escondamos la cabeza debajo del ala y hagamos autocrítica. Volvamos todos al castillo donde las murallas que son los valores y principios del PP nos protejan a todos y donde todos los súbditos: altos, bajos, jóvenes, mayores…. con unos nuevos generales sepan defender a sus huestes de sus enemigos. Porque sólo unidos es la única manera de ser invencibles por las tropas enemigas en las futuras batallas.

5 may 2015

Mucha renovación y ¿motivación?







Marisol Linares. Vicesíndica del Grupo Parlamentario Popular en las Cortes Valencianas.

Estos días decía la prensa que el PPCV tiene dificultades para fichar interventores y apoderados. Esto nos debería llevar a hacer una reflexión: cómo un partido que cuenta con 150.000 afiliados, no tiene entre sus filas personas que quieran dar la cara en las mesas electorales. ¿Hay realmente tanto desencanto? ¿Será verdad que nuestra militancia nos ha abandonado?
Me cuesta creerlo, pero cada día aparecen nuevas noticias que nos da qué pensar a quienes militamos desde hace 30 años en este partido y que hemos trabajado incansablemente por devolver a los ciudadanos de esta tierra la confianza que han depositado en nosotros  elección tras elección.
Nuestros líderes tienen que justificarse cada día y dar explicaciones de ciertas cuestiones como el tema que nos ocupa o fingir una sonrisa porque la foto es importante en la prensa del día siguiente. Una sonrisa forzada fruto de la estrategia improvisada y amateur.
Una estrategia que está generando muchas desavenencias. Cabe destacar que se ha conseguido hacer una renovación en las listas sí, pero a base de “listas paracaídas” como se llaman en el argot interno del partido fruto del descontento que circula entre las bases del partido. Además, se ha optado por buscar candidatos ‘cuneros’ y tecnócratas dejando fuera a las personas que siempre han sido fieles a la formación a cambio de seguir ninguneando a las bases. Pues bien, entre nuestra militancia también contamos con gente preparada,  jóvenes especializados y representantes de todos los estamentos de nuestra sociedad y círculos de la población dispuestos a seguir trabajando por este PROYECTO. Son momentos para huir de experimentos y apoyarnos entre nosotros porque la unión hace la fuerza y puede que haya mucha renovación pero falta motivación, sobre todo hacia los nuestros.
Una falta de motivación que hoy es más visible porque estamos a 20 días de unas elecciones, quizá las más decisivas para el PPCV en los últimos 20 años. Pero este descontento entre la militancia lo llevamos arrastrando durante toda la legislatura. El partido no ha sido capaz de aglutinar voluntades y de mantener encendida la llama de la ilusión que hasta el momento ha sido el eje capital para gobernar esta gran Comunitat.
Ahora, quizá hemos hecho tarde porque la campaña electoral es ininterrumpida, un partido debe estar en campaña los cuatro años de legislatura y más si estamos hablando de un partido con 150.000 afiliados, eso sí en el que todos cuentan o al menos, los que demuestran que todavía tienen ganas de trabajar.
Desde que en el año 2011 ganamos por mayoría absolutísima, a pesar de que algunos casos mediáticos sobrevolaban en la campaña electoral, la pregunta que nos debemos hacer es ¿qué no hemos  sabido hacer con nuestra militancia? Se dice que mucha renovación, yo digo que poca motivación.
Además, si un cabeza de lista duda de que podemos ganar las elecciones, deja entrever el desánimo y la falta de ilusión por ganarlas.
A pesar de todo, debemos pelear por seguir en la ‘Pole Position’ pues el PP, es un partido que tiene que hacer posible que sigamos siendo imprescindibles para dirigir los destinos de la sociedad valenciana, el PP tiene propuestas, hechos y personas que han demostrado a lo largo de estos 20 años su capacidad de gobernar y de hacer grande nuestra Comunitat, el PP es una gran organización que debe mantenerse en pie porque nuestros hijos y nuestros nietos nos lo agradecerán. En definitiva, el PP no debe caer ni transmitir desánimo para poder seguir liderando el crecimiento de nuestra Comunitat.