El cartel petrolero seguirá bombeando 30 Mbd pese a la
entrada de Irán en le mercado mundial.
El mercado mundial de petróleo seguirá
inundado durante, al menos, los seis próximos meses. La
última cumbre del
año de la OPEP terminó este viernes sin acuerdo sobre el techo de
producción de crudo de sus Estados miembros, que permanecerá en 30 millones de
barriles diarios.
Lejos de reequilibrar
oferta y demanda para hacer aumentar los precios, tal y como pretendían los
productores menos eficientes del cartel, el ritmo de inyección de petróleo permanecerá
estable hasta la próxima reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a mediados de 2016. Se
impone, de momento, la postura del segundo productor mundial, Arabia Saudí, que
ha defendido con uñas y dientes su cuota exportadora frente a la pujanza de
Estados Unidos.
Ni el
precio, en niveles históricamente bajos; ni la demanda, que no termina de
despegar arrastrada por la débil recuperación occidental y las crecientes
dificultades en los emergentes; ni las súplicas de los productores menos
eficientes, que piden a gritos una reducción de la oferta para que el crudo
vuelva a un nivel de cotización asumible. Arabia Saudí, apoyada por un inesperado
aliado, Irán, no da su brazo a torcer. La OPEP desoyó este viernes las súplicas
de los socios que abogan por una reducción sustancial de la oferta para
presionar los precios al alza y no se movió ni un ápice de su hoja de ruta.
Así, el
nivel de bombeo actual permanecerá inalterado en los primeros meses de 2016
pese al empacho global. La moderación en el mensaje de las autoridades saudíes,
que en las últimas semanas se habían mostrado dispuestas a adoptar una solución
que satisficiese a los descontentos, se queda, por tanto, en eso, un mero
cambio de tono.
De
la reunión celebrada este viernes en Viena, más larga de lo habitual y, a tenor
de las declaraciones de sus participantes, mucho más tensa, se extraen varias
conclusiones. La primera y más evidente es su fragmentación y acelerada pérdida
de influencia. Con su desacuerdo, los 12 Estados miembros expusieron al resto
del mundo su incapacidad para acordar una senda común, ya sea para aumentar o
reducir la oferta. “Muchos sostienen desde hace tiempo que la OPEP está muerta;
hoy, el propio organismo lo ha confirmado”, resumió Jamie Webster, especialista
en energía de la consultora IHS, en declaraciones a Bloomberg.
En su
seno conviven dos puntos de vista: de un lado, los países del Golfo, con Arabia
Saudí a la cabeza, se niegan a rebajar su producción de crudo por el temor a
perder posiciones en el mercado tras la irrupción de EE UU como indiscutible
líder global gracias alfracking.
Del otro, un ramillete de países —en el que destaca la presencia de Venezuela y
Ecuador—, abogan por un recorte de la producción que presione al alza los
precios y que observan con frustración su incapacidad para imponer sus tesis
sobre su todopoderoso socio saudí. La decisión sobre un aumento o reducción del
límite máximo de producción queda pospuesta hasta junio, cuando los socios
volverán a sentarse a la mesa. Por el camino surgen dos incógnitas con nombre
propio: Indonesia e Irán.
Vuelve
Indonesia
Tras
más de seis años de ausencia por decisión propia, el país sudasiático regresó
este viernes a la OPEP, que deberá acomodar su producción anual —de casi dos
millones de barriles diarios— en su techo de oferta total. La República
Islámica, por su parte, apura los plazos para reintegrarse plenamente en el
mercado mundial tras el levantamiento de las sanciones y elevará sus
exportaciones en más de un millón de barriles en 2016. Persisten, además, las
dudas sobre si el cartel cumplirá o no con el límite autoimpuesto. El mes
pasado lo superó con creces, al bombear 31,4 millones de barriles al día.
La
indecisión de la OPEP sobre el techo de producción augura un arranque de 2016
marcado por la sobreoferta y los precios bajo mínimos. En el último año y medio
el barril de brent,el de referencia en
Europa, ha perdido más de la mitad de su valor. Este viernes, tras conocerse la
discordia en el seno del cartel, prolongó su caída y bajó de los 43 dólares por
barril. El muro de los 40 dólares, inexpugnable desde principios de 2009 —en
plena Gran Recesión—, aparece ahora en el horizonte como una mínima valla
fácilmente superable. Incluso algunos, como el banco de inversión Goldman
Sachs, ven los 20 dólares a tiro. Se cumplan o no estos pronósticos, como gran
vencedora de la sacudida en el mapa petrolero emerge una Europa harta de
estímulos monetarios y falta de estímulos fiscales, que tiene en la fractura
interna en la OPEP un inesperado aliado para reencauzar su todavía maltrecha
economía.
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