De las clases magistrales a la neurodidáctica.
Corría el año 2010 cuando un equipo de investigadores del MIT (Massachusetts Institute of Technology), en Boston) colocaron a un universitario de 19 años un sensor electrodérmico en la muñeca para medir la actividad eléctrica de su cerebro las 24 horas del día durante toda una semana. El experimento arrojó un resultado inesperado: la actividad cerebral del estudiante cuando atendía en una clase magistral era la misma que cuando veía la televisión: prácticamente nula.
Los científicos pudieron probar así que el modelo pedagógico basado en un alumno como receptor pasivo no funciona.
Los científicos pudieron probar así que el modelo pedagógico basado en un alumno como receptor pasivo no funciona.
“El cerebro necesita emocionarse para
aprender”, explica José Ramón Gamo, neuropsicólogo infantil y director del Máster en Neurodidáctica de la Universidad Rey Juan Carlos.
En el último lustro, en España han aparecido diferentes corrientes que quieren
transformar el modelo educativo y una de ellas es la neurodidáctica. No es una
metodología, sino un conjunto de conocimientos que está aportando la
investigación científica en el campo de la neurociencia y su relación con los
procesos de aprendizaje. “Antes solo se podía observar el comportamiento de los
alumnos, pero ahora gracias a las máquinas de neuroimagen podemos ver la
actividad cerebral mientras realizan tareas”, añade Gamo. Esa información sirve
a los profesores y pedagogos para decidir qué métodos son los más eficaces.
Gamo, que estudia las
dificultades de aprendizaje de personas con dislexia o TDAH desde hace más de 20 años, observó que en la mayoría
de los casos esos problemas no estaban relacionados con esos síndromes, sino
con la metodología escolar. Él y su equipo identificaron que el 50% del tiempo
de las clases de primaria en España se basan en transmitir información a los
estudiantes de forma verbal, algo que en secundaria sucede el 60% del tiempo y
en bachillerato casi el 80%. “Indagamos sobre lo que estaba sucediendo en las
aulas y queríamos saber
Basándose en
diferentes investigaciones científicas y en las suyas propias, concluyeron que
para la adquisición de información novedosa el cerebro tiende a procesar los
datos desde el hemisferio derecho -más relacionado con la intuición, la
creatividad y las imágenes-. “En esos casos el procesamiento lingüístico no es
el protagonista, lo que quiere decir que la charla no funciona. Los gestos
faciales, corporales y el contexto desempeñan un papel muy importante. Otra
muestra de la ineficacia de la clase magistral”, explica Gamo.
Por ello, la
neurodidáctica propone un cambio en la metodología de enseñanza para sustituir
las clases magistrales por soportes visuales como mapas conceptuales o vídeos
con diferentes apoyos informativos como gráficos interactivos que requieran la
participación del alumno. Otra de las apuestas es el trabajo colaborativo. “El
cerebro es un órgano social que aprende haciendo cosas con otras personas”,
añade.
En los últimos cinco
años, Gamo ha formado en neurodidáctica a docentes de una treintena de colegios
públicos en diferentes comunidades autónomas. El principal problema, en su
opinión, es que las escuelas no están tomando la decisión sobre hacia dónde
quieren innovar, a lo que se suma que nadie les acompaña en la implementación
de las nuevas metodologías. “Las direcciones de los centros están enrocadas en
los métodos tradicionales basados en clases magistrales, memorización y
exámenes escritos”.
En ese escenario
conviven cientos de profesores y entre ellos hay quienes no se conforman con lo
establecido. Chema Lázaro, de 34 años, da clase a alumnos de sexto de primaria
en un colegio concertado de Moralzarzal y desde hace dos años y medio aplica la
neurodidáctica en el aula. “Mis alumnos siempre me decían que yo molaba mucho,
pero que mis clases eran una porquería”, cuenta. Empezó a investigar sobre
metodologías alternativas y creó el blog Pizarras abiertas, que en
2013 le valió el premio nacional sobre las TIC en el aula del Ministerio de Educación. Lázaro buscaba una base científica
que apoyase su apuesta: hacer que sus estudiantes aprendiesen para toda la vida
sin memorizar.
El 50% del tiempo de las clases de primaria en España se destina a que
hable el profesor. En bachillerato es casi el 80%
“Mi método respeta el
proceso por el que el cerebro aprende: primero va la motivación, luego la
atención y por último la memoria. En ese orden”. Para explicar el antiguo
Egipto intenta captar el vínculo emocional de los chavales. A través de su canal de
YouTube les plantea jeroglíficos en vídeos con formato de
tráiler cinematográfico. “Con ese material se motivan y así tengo alumnos
atentos”, continúa. Utiliza la gamificación y las capitales se aprenden ganando
puntos en la plataforma Kahoot.
Para ver las pirámides, vista desde un dron o Google Earth.
Una de las plataformas
de educación online basada en la neurodidáctica es Neurok. El director de la compañía,
Agustín Cuenca, empezó a explorar el mundo educativo hace 10 años, cuando a su
hijo de cinco años le diagnosticaron hiperactividad. “Partimos de que la
formación online no funciona, solo un 10% de los que se apuntan a un MOOC -cursos online
masivos y gratuitos- lo termina”. En una plataforma tradicional se encuentran
contenidos, mientras que en Neurok hay debates.
Cuenca y un equipo de
10 pedagogos y profesores de universidad y primaria han aplicado los formatos
de Twitter y Facebook a la
educación. “Antes siempre sabías a quién pedir los apuntes. Ahora decides a
quien seguir en esta red social en la que todos los alumnos comparten
contenidos y debaten sobre diferentes temas. El profesor hace de guía y aporta
criterio sobre qué contenidos son de calidad”, explica Cuenca. Lo más difícil
de este modelo de aprendizaje, reconoce este informático, es la participación.
El sistema cuenta con hashtags, menciones o notificaciones en el
móvil, entre otros servicios. La idea de Neurok es ser utilizada como una plataforma
de apoyo a las clases presenciales o directamente como el esqueleto de un curso online.
Eso es lo que sucede
con el Máster en Neurodidáctica de la Rey Juan Carlos, un curso blended en
el que el 80% del contenido se imparte en la red. Hasta ahora, también han
usado Neurok en la UNED y en la Universidad de Extremadura, con la que están colaborando en
una investigación para medir la calidad de los contenidos compartidos por los
alumnos y su nivel de interacción en la plataforma.
“Todavía hay mucha
gente que desconfía de estos métodos, pero en unos 15 años se empezarán a ver
los resultados”, comenta Cuenca, que ya ha asesorado a más de 30 colegios
públicos de diferentes comunidades autónomas a través de su consultora
educativa Niuco.
Para todos aquellos que busquen evidencias científicas de la neurodidáctica, el
profesor de la Universidad de
Barcelona Jesús Guillén recopila en su blog Escuela con
cerebro las últimas investigaciones realizadas en diferentes
partes del mundo.
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