Con cerca del 24 % de los
votos Emmanuel Macron, (un ex banquero de 39 años que inició su propio
movimiento político) ha ganado la primera ronda de las elecciones
presidenciales de Francia; por ello disputará una segunda vuelta con el
candidato de extrema derecha Marine Le Pen, que tras un débil fin de su campaña
obtuvo “solo” el 21,4% de los votos.
Macron es el claro favorito
para ganar la segunda vuelta el 7 de mayo; no sólo es popular por derecho propio,
sino que dos de los candidatos perdedores, Francois Fillon y Benoit Hamon, ya
lo han apoyado. Ninguna encuesta de opinión ha sugerido que el líder del Front
National Le Pen pueda vencerlo en la segunda ronda, y la mayoría de las
encuestas predicen un margen de victoria de 2-1 para Macron.
Pero ahora vamos a ver quién
gana y quién pierde con este resultado.
GANADORES:
Si empezamos por los ganadores
habría que decir que a día de hoy Francia es la segunda economía más grande del
continente y que vistos los resultados ha rechazado la tentación de ceder ante
los populistas de derecha (en forma de Le Pen) y de izquierda (en forma de
Jean-Luc Mélenchon). Los franceses han escogido a un candidato que abrace las
realidades del mundo moderno, la tecnología, la fluidez del trabajo y los
mercados de capital, y la necesidad de cooperar con otros países, en particular
en Europa, en vez de perseguir una ilusión de seguridad nacional y bienestar
aislacionista y nacionalista.
El programa de Macron se basa
en el deseo de revertir un estado
francés que actualmente consume el 56% de sus ingresos nacionales, el más alto
de cualquier economía avanzada. Ha prometido fuertes recortes en los
impuestos sobre las nóminas y los impuestos sobre la renta de las empresas, y
una completa simplificación del complejo sistema de pensiones de Francia. Hay
que recordar que Macron había dejado la administración del actual presidente
François Hollande después de que sus reformas sobre el mercado de trabajo
fueran diluidas por el Partido Socialista.
Con “solo” 39 años, Macron
sería la persona más joven en liderar Francia desde Napoleón Bonaparte, y el
primer nativo digital en hacerlo. Eso significa que los millennials serán
probablemente alguno de los colectivos más beneficiados de cualquier reforma adicional
de un mercado de trabajo que protege fuertemente a los que tienen ya un
trabajo, pero asusta a los que deseen contratar a nuevos trabajadores. Incluso
después de un año de caída del paro, el 23,6% de los franceses menores de 25
años están sin trabajo. La retórica de Macron también sugiere que será menos
tolerante con los intereses creados que obstaculizan las startups de Francia.
PERDEDORES:
El fuerte final de la campaña
del izquierdista Jean-Luc Mélenchon había suscitado el espectro de un
escurrimiento entre extremos de izquierda y derecha. En cambio, terminó cuarto,
mientras que Le Pen ni siquiera podía defender la ventaja que había mantenido
durante meses en la campaña previa a la campaña. Una victoria para Macron en
dos semanas no acabará con el populismo francés, pero el hecho es que el ciclo
económico parece estar ahora contra populistas de todos los matices. El
desempleo ha estado bajando durante un año, y Macron ahora tiene la oportunidad
de abordar los problemas de exclusión y movilidad social en el corazón del
malestar.
Por otro lado, cabria hacer
referencia a François Hollande y a una izquierda no estructurada: Si Hollande
hubiera tenido el coraje de respaldar las propuestas de Macron cuando tocaba,
el Partido Socialista de Francia no estaría en el lío existencial en este
momento. La economía habría comenzado a recuperarse más pronto, e incluso si
eso no hubiera sido suficiente para conseguir que Hollande fuera reelegido, le
habría permitido por lo menos salir del Palacio del Elíseo con dignidad. El candidato socialista oficial, Benoit
Hamon, terminó en quinto lugar con un miserable 6.4% de los votos.
Conservadurismo francés: Las
cosas no parecen mucho mejor para la otra mitad de la clase política
tradicional de Francia. Mientras que los conservadores pueden consolarse de que
“sólo” han perdido las elecciones debido
a la venalidad personal de François Fillon, la realidad es que su manera de
hacer política permitió, patrocinó y cubrió esa venalidad mientras fue
humanamente posible. Con escándalos diferentes, pero igualmente sucios, (que
han perseguido a Nicolas Sarkozy y Jacques Chirac en el pasado), la humillación
de no llegar ni siquiera a la segunda vuelta por primera vez no es un
accidente, sino más bien una humillación que ha perdurado mucho tiempo entre
los descendientes políticos de Charles de Gaulle.