Big data, inteligencia
artificial, internet de las cosas...
Estas y otras tecnologías han venido ocupando parte de los titulares de los últimos tiempos, pero ahora el “machine learning” o aprendizaje automático parece que es el “must” a seguir.
Estas y otras tecnologías han venido ocupando parte de los titulares de los últimos tiempos, pero ahora el “machine learning” o aprendizaje automático parece que es el “must” a seguir.
Veamos cómo la irrupción de
estas tecnologías está cambiando la vida de los consumidores y las empresas.
Solo hace tres décadas atrás,
la idea de un aprendizaje automático por sí solo habría alimentado el peor tipo
de pesadillas de ciencia ficción sobre los robots que se apoderarían del
planeta. Hoy en día, el aprendizaje automático es tan común que apenas lo
notamos.
Los ordenadores aprenden rutinariamente lo que vemos en televisión, lo
que compramos, cómo hablamos, e incluso cómo nos sentimos, además por si lo
anterior fuera poco, ya somos capaces de utilizarlo para hacer predicciones
sobre cómo actuaremos a continuación.
A medida que el campo del
aprendizaje automático (ML) se ha vuelto cada vez más convencional, ha
evolucionado hasta llegar al alcance de las empresas de todos los días, que
utilizan cada vez esta tecnología (¿disruptiva?) para gestionar muchos aspectos
de sus operaciones comerciales.
Por todo lo visto
recientemente podríamos decir que ha habido una explosión que ha ocasionado que
esta tecnología se haya convertido cada vez menos en un campo en sí mismo y más
en una mera herramienta cada vez más utilizada por personas de otros campos.
Otro de los fascinantes
avances de hoy en día es que podemos utilizar esta tecnología sin siquiera tener
que entender cómo funciona exactamente el aprendizaje automático para
utilizarlo. En términos simples, el aprendizaje automático es una combinación
de campos, que incluyen estadísticas, ciencias de la computación y recuperación
de información, que les enseña a los ordenadores a reconocer patrones que les
permitan predecir nuevos patrones para el futuro.
Es por ello que a tenor de lo
anteriormente comentado podemos decir sin temor a equivocarnos que estamos ya en una nueva revolución
industrial, una revolución industrial liderada por algoritmos.
Todos hemos visto el proceso
en acción, ya sea porque Amazon nos haya dicho que "también nos puede
gustar" un libro de temática similar al que acabamos de seleccionar; es
decir conocimiento es tal que basado en patrones previos, son utilizados para descubrirnos
aquellos libros que nos pueden ser de interés.
A medida que los algoritmos se
vuelven cada vez más avanzados, pueden
comenzar a conocernos mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos. Para
ilustrar esto con un ejemplo de sobra conocido por todos, recordemos el caso de
un cliente de Target cuando irrumpió enfadado en una tienda con una circular de
ropa de maternidad que le habían enviado a su hija adolescente, para descubrir
que la tienda había “descubierto” con precisión que su hija sí que estaba
embarazada.
Gran parte de las primeras
aplicaciones del aprendizaje automático se tenían que ver con el lenguaje. A
comienzos de la década de 1940, el matemático británico Alan Turing concibió
las gramáticas abstractas para analizar textos y describir el razonamiento.
Desde entonces, el campo del análisis textual ha crecido hasta tal punto que
los analistas pueden tener “huellas dactilares" de autores particulares
por la probabilidad de cómo usan conectores tales como "el",
"y" y "eso".
Más recientemente, el
aprendizaje automático se ha trasladado al ámbito de la detección de la emoción
mediante el examen de la probabilidad de que ciertas palabras aparezcan cerca
unas de otras según el estado de ánimo de una persona. Es decir, se está analizando
el sentimiento. De hecho, cada vez es más común que las empresas controlen su
imagen de marca a través de lo que los clientes dicen de ellas en línea: buscando
para ello tendencias de palabras clave positivas o negativas.
No es necesario que sea, por
ejemplo, American Airlines para aprovechar estas herramientas ya que hoy en día
se pueden comprar productos listos para usar que pueden minar Twitter y
desarrollar un análisis detallado de cómo cambia el sentimiento en tiempo real.
El mundo de las finanzas o de
la banca es otro sector donde el aprendizaje automático se volverá más común,
ya que los bancos y las compañías financieras usarán datos sobre cómo los
clientes usan el dinero para predecir los patrones futuros. Por ejemplo, si Visa
o el BBVA procesan esa información sobre las tarjetas de crédito o las transacciones
de sus clientes por todo el mundo, podría predecir si un cliente en particular
se va a endeudar demasiado y puede llegar a provocar un impagado en el futuro.
El aprendizaje automático
incluso se está utilizando para aprender más sobre las máquinas, por ejemplo,
en aeronáutica ya que a día de hoy los fabricantes ya utilizan cada vez más los
algoritmos para el mantenimiento preventivo.
Las aerolíneas comerciales a día
de hoy ya predicen cuándo los motores o demás sistemas aeronáuticos fallaran en
función del rendimiento anterior, adelantándose así a imprevistas y costosas
paradas muchas veces no programadas.
De todas estas maneras, está
claro que, mientras que las máquinas no podrán dominar el mundo a corto plazo,
el aprendizaje automático sí que será capaz de dominarlo. Además, tengo la
firme convicción de que se convertirá en algo cada vez menos misterioso y en un
tema habitual que espero se llegue a enseñar a medio plazo en las facultades porque
será algo que todo el mundo tendrá necesidad de aprender.
En el mundo empresarial, las
capacidades de ciencia de datos se convertirán en una fuente de ventaja competitiva
en más y más industrias. Es por ello que las empresas deberían invertir en la
recopilación de datos y las capacidades de almacenamiento, así como en el
análisis de los mismos, ya que detectar qué clientes o empleados están a punto
de abandonar, cómo maximizar la efectividad de cada euro invertido en publicidad,
cómo hacer el mejor uso posible de los recursos existentes dentro de la empresa
dependerá de las capacidades de sus directivos de saber e implementar la ciencia
de datos.
En resumen, para ser
competitivo en un futuro no muy lejano, la mayoría de las empresas deberían
pensar hoy en invertir en tecnologías impulsadas por datos, como análisis de
datos, aprendizaje automático o Internet de las cosas puesto que aquellos que
no invierten en ello ahora se quedarán atrás.
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