22 feb 2018

La mamma del Erasmus

La profesora romana concibió el programa de intercambio de estudiantes tras visitar España en la década de los 50 y a pesar de que el proyecto no fue visto con buenos ojos en su país
A sus 84 años, acaba de recibir la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio
La primera vez que Sofia Corradi viajó fuera de Italia visitó España. Tenía 15 años. 
Su padre, un ingeniero geólogo que trabajaba para Ferrovie dello Stato [la Renfe italiana], había recibido una invitación de sus colegas españoles. Estuvieron en Madrid, San Sebastián y Valladolid. Allí descubrieron casualmente la que había sido la última residencia de Cristóbal Colón. Sólo una vieja placa recordaba a tan ilustre inquilino. «Me pareció tan increíble que nadie se ocupara de aquel lugar, que escribí una carta al periódico local de Génova. Fue el primer artículo que me publicaron en mi vida. Lo guardo con orgullo».

Corradi (Roma, 1934) recuerda con un entusiasmo contagioso sus primeros viajes y el gusanillo que le producía conocer un idioma nuevo o visitar un lugar por primera vez. Una experiencia que, gracias a su insistencia, casi cinco millones de estudiantes europeos han podido vivir. Corradi es la impulsora del programa de intercambio universitario europeo por excelencia, la mamma del Erasmus. Acaba de recibir en su ciudad la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio de manos del ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo. Un reconocimiento que se une al Premio Europeo Carlos V que el año pasado le entregó el rey Felipe VI y el entonces presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz.

«Durante casi 20 años me decían que estaba loca y que no lo conseguiría nunca. Estos reconocimientos son una gran satisfacción», confiesa quien hasta 2004 fue profesora de Educación Permanente en la Universidad Roma Tre. Otra universidad, la de Salamanca, acaba de publicar en español su libro Erasmus y Erasmus Plus. La movilidad de los estudiantes universitarios, donde explica los beneficios del programa. Su idea, es decir que los estudiantes de un país pudieran formarse en la universidad de otro país con el reconocimiento de la universidad de origen, nació de una tremenda decepción. «No fue sólo que me rechazaran, ¡es que lo hicieron insultándome!», rememora aún indignada.

Corradi fue una buena estudiante, hasta que con ocho años tuvo que abandonar la escuela. La II Guerra Mundial había estallado y las grandes ciudades italianas eran bombardeadas. La familia se separó. Su padre se quedó en Roma y ella huyó junto a su madre y su hermana a un pequeño pueblo cerca de Turín. "No tuve infancia. Trabajaba en el campo y ayudaba a mi familia a esconder la poca comida que teníamos. Era cruel porque los niños tienen que estudiar, no trabajar". Poco después, su padre fue despedido por negarse a colaborar con los fascistas y se reunió con ellas. Sólo cuando el conflicto terminó, ella pudo regresar al colegio.

En 1958, Corradi se presentó, orgullosa, con su diploma en la mano, en la Universidad de La Sapienza de Roma. Acababa de terminar un máster en la Universidad Columbia de Nueva York gracias a la prestigiosa Beca Fullbright. Le faltaban tres exámenes para licenciarse en Derecho y pidió que le reconocieran los estudios cursados en EEUU. "¿Columbia University? No lo he oído en mi vida. Váyase a casa a estudiar", recuerda que le espetó el funcionario de turno. "Creyeron que yo quería robar la licenciatura examinándome en una universidad desconocida para evitar hacer tres exámenes. Fue algo tremendo pero no me resigné", relata.

Se licenció y enseguida encontró trabajo. «Me di cuenta de que haber estudiado fuera estaba muy valorado por las empresas. Y que, además, ese año en el extranjero me había cambiado. Era una persona mucho más abierta, así que creí que era necesario que esa experiencia la pudiera tener más gente. Mi objetivo era democratizar los estudios universitarios».

Tuvo que pelear con la desconfianza de muchos, la ignorancia de otros pocos y la infinita burocracia italiana. «Algunos compañeros me decían: '¿Acaso nuestros profesores no son lo suficientemente buenos?'». Gracias a su colaboración con la asociación de rectores italianos, Corradi pudo presentar su memorándum en 1969. La Comisión Europea lanzó en 1987 el primer programa Erasmus, que en 2014 se extendió a todo el mundo y pasó a denominarse Erasmus Plus. «¿Sabe que en Europa hay un millón de hijos de matrimonios Erasmus? El programa ha hecho más por la idea de Europa que muchas leyes», cuenta.

Con el Reino Unido atascado en el Brexit y la posibilidad de que los antieuropeístas consigan un buen resultado en las elecciones italianas del 4 de marzo, ¿qué futuro le espera a Europa y al Erasmus? «Estoy segura de que los británicos se arrepentirán amargamente. Europa no es el problema, es la solución».












El mundo 22-2-2018


9 feb 2018

España cría talentos para regalarlos


El triunfo de la selección de balonmano, signo, síntoma y señal de como derrocha el país a su mejor juventud.


La selección española de balonmano ganó hace una semana el Campeonato de Europa de balonmano. Fue la demostración del gran talento de una generación de jóvenes jugadores y de la inteligencia y la capacidad del seleccionador. Fue, también, el triste recordatorio, signo, síntoma y señal de que hablan los lingüistas, de cómo España cría la mejor juventud para desperdiciarla, para regalarla. 

Un contrasentido económico y vital. También, dirían algunos, un signo de los tiempos de globalización que corren, en el que unas pocas economías dominan a la mayoría.

En España muchos de los mejores científicos jóvenes, arquitectos, ingenieros, investigadores, deben emigrar para encontrar un trabajo que satisfaga a su vocación, que colme sus inquietudes y les dé para vivir dignamente; los mejores deportistas (siempre que no sean futbolistas), también. 
Solo seis de los 17 componentes del equipo español de balonmano juegan la liga nacional. Los 11 restantes debieron emigrar a equipos franceses, polacos, húngaros y hasta macedonios, donde se les valora y se les puede pagar más. Y también los mejores técnicos españoles –Juan Carlos Pastor, Valero Ribera, Raúl González y hasta el mismo Jordi Ribera, el actual seleccionador, que debió ganar la experiencia en Argentina y Brasil antes—trabajan fuera de España.
Después de haber sido una de las mejores ligas del mundo, la Liga española sucumbió hasta casi desaparecer a la crisis económica de 2008. La mayoría de los grandes clubes se encuentran en ciudades medianas o pequeñas que no cuentan con equipo de fútbol en Primera. Para los poderes públicos —Ayuntamientos, Diputaciones, comunidades autónomas—, patrocinar y financiar un equipo de balonmano fue una elección cómoda, económica y rentable para dar un motivo de orgullo deportivo a sus ciudadanos. Cuando el dinero público despareció con la crisis, así también los equipos de balonmano. 
No desparecieron las canteras ni las ganas de trabajar ni el voluntarismo mal remunerado. Siguen saliendo grandes jugadores de los pueblos y ciudades españoles para nutrir las ligas más potentes y establecidas de otros países. Los que se quedan a jugar en España asumen que nunca superarán la categoría de mileuristas con su oficio de balonmanistas.
Quizás no se trate solo del mal español. No solo en España la única Liga que genera beneficios y funciona económicamente es la de fútbol, que monopoliza prácticamente todo el gasto y el espacio televisivo y de patrocinio de las grandes empresas. ¿Es posible en este sistema económico crear ligas rentables de otros deportes? ¿Debería ser una obligación social de las grandes empresas apoyar los deportes minoritarios para sacarlos del subterráneo por el que circulan? Algunas de ellas lo han comprendido a la hora de apoyar el deporte femenino, el gran invisible. ¿O debería seguir siendo responsabilidad del Estado y del dinero público lograr que la mejor juventud no abandone el país?








https://elpais.com/deportes/2018/02/02/actualidad/1517575917_821095.html

1 feb 2018

La disciplina mejora los resultados académicos más que el número de alumnos por aula

Ni el tamaño de la clase, ni el número de ordenadores por aula, ni siquiera las actividades extraescolares influyen en la mejora de los resultados de los alumnos españoles en desventaja socioeconómica. A cambio afecta -y en muy elevada proporción- el clima de disciplina que se alcanza en el aula. Lo dice un estudio que ha publicado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos(OCDE) a partir de los datos del último informe PISA.

La investigación, a la que ha tenido acceso EL MUNDO, partía del hecho de que los estudiantes de las familias más pobres tienden a obtener muy bajos resultados en las pruebas de Matemáticas, Comprensión Lectora y Ciencias que se realizan a los alumnos de 15 años de 70 países. ¿Qué factores les ayudarían a sacar notas más elevadas?

La OCDE ha observado que muchos países -entre ellos España- han mejorado sus resultados en la última década. La proporción de estudiantes españoles en desventaja socioeconómica que han desafiado a su destino y, a pesar de todas las dificultades, han alcanzado el nivel 3 (el intermedio) en PISA ha subido del 17% registrado en 2006 a un 25% en 2015. Incrementos muy grandes se han registrado también en AlemaniaPortugal o Japón. Este tipo de alumnado prolifera, según el ránking de la OCDE, en los países asiáticos y Canadá, pero escasea en TurquíaMéxico o Chile.

¿Por qué?
Los investigadores han hallado que el 30% de la mejora de estos resultados se explica por un buen clima disciplinario. Estos alumnos a los que llama «resilientes» «acuden a escuelas con un clima escolar positivo donde los estudiantes y profesores trabajan juntos en un entorno ordenado donde no se llega tarde ni se falta a clase». A cambio, los recursos materiales sólo explican un 10% de la variación, según detalla el analista de la OCDE Francesco Avvisati, uno de los autores del estudio.

Ni el tamaño del aula ni las extraescolares influyen en el éxito escolar
En España, añade, no se ha encontrado correlación entre el tamaño del aula y los resultados obtenidos. Tampoco afectan las extraescolares impartidas ni la cantidad de ordenadores que se pongan en clase. Si influyen, para bien, que los profesores no sean interinos y tengan un proyecto continuado en la escuela y que los directores tengan capacidad de liderazgo. ¿Por qué los estudiantes españoles más necesitados han mejorado tanto? Avvisati responde que «el número de alumnos que han perdido días de clase o han llegado tarde se ha reducido de forma significativa entre 2012 y 2015».

«Cuando hay poca disciplina en el aula y los profesores no tienen suficientes habilidades para gestionarlo, los estudiantes pierden las oportunidades de aprendizaje que necesitan. De cada hora de clase, por ejemplo, sólo una fracción de tiempo es dedicada realmente al aprendizaje. Después de unos años, esas diferencias pueden crear una brecha sustancial entre los estudiantes. Los alumnos en desventaja no tienen recursos para compensar esta pérdida», explica Avvisati.

Las conclusiones de la OCDE van en la misma línea de un estudio publicado recientemente por Francisco López Rupérez, director de la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela, que dice que el esfuerzo, la autodisciplina o el autocontrol son las claves del éxito. López Rupérez recuerda el trabajo realizado por Aletta Grisay en 64 escuelas de Bélgica en el que se constató que el alumnado en desventaja social obtenía buenas notas sobre todo en los centros que actuaban «con mano de hierro en guante de seda», con profesores exigentes en sus expectativas. «Esos niños que, por sus circunstancias familiares, son los que más necesitan de la escuela, no pueden ser abandonados por la institución a sus propias posibilidades. Necesitan ser guiados, encuadrados, controlados firmemente en su trabajo escolar».

Se pierde el 20% de la clase poniendo orden
Los profesores españoles de Secundaria aseguran que pierden más del 20% del tiempo de cada sesión tratando de poner orden en el aula. Los alumnos no atienden a sus indicaciones. Hay ruido y falta de orden. Los estudiantes no pueden trabajar bien y no se ponen a la tarea hasta 10 minutos después de comenzada la clase, que ahora dura sólo 45 minutos.
Éste es uno de los grandes problemas de la escuela española, más allá del debate sobre la Religión o la titularidad de los centros educativos. En la media de otros países el caos y la falta de atención son menores, aunque también preocupantes: el 13% del tiempo de clase se malgasta intentando que los alumnos dejen de armar alboroto.

Los datos proceden del informe TALIS 2013 y los cita el analista de la OCDE Francisco Avvisati, que dice que mantener la disciplina es lo que más les cuesta a los profesores novatos. Por eso no es casual que el estudio encuentre que los resultados de los alumnos desfavorecidos mejoran en aquellas escuelas donde los profesores llevan más tiempo y hay pocos interinos.

¿Qué pueden hacer las autoridades educativas? «Los educadores, los líderes de las escuelas y los encargados de las políticas educativas pueden mejorar el clima escolar con desarrollo profesional para los profesores que les ayude a hacer un uso más efectivo de las horas lectivas».

«Tener profesores experimentados y motivados es más importante que tener una clase con pocos alumnos. En algunos países, de hecho, las escuelas con aulas de tamaño reducido terminan atrayendo a un elevado porcentaje de profesores inexpertos y poco cualificados», recalca el autor del trabajo titulado ¿Qué pueden hacer las escuelas y los países para ayudar a los alumnos desfavorecidos a tener éxito en PISA?

Añade que, en el caso concreto de España, también el ambiente escolar es mejor en «escuelas que tienen pocos profesores con contratos fijos y más experiencia».

Avvisati plantea, asimismo, «intervenciones que ayuden a construir una relación más fuerte y sincera con los padres y los niños». Cita el caso de varias escuelas francesas ubicadas en barrios desfavorecidos que han empezado a organizar encuentros informales con las familias. «Ha servido para reducir los malos comportamientos y mejorar el clima de la clase, no sólo entre los alumnos sino también entre los padres que participaron en las charlas».











http://www.elmundo.es/espana/2018/02/01/5a7227dd268e3ea05c8b45de.html