Como apasionado de la política
y de las implicaciones que esta tiene en la vida real de los ciudadanos, ahí va
mi pequeña aportación a lo acontecido en el día de ayer.
Una vez conocido el
resultado de estas últimas elecciones los “entendidos” enseguida encontraran
fácil titular, y no sin razón, al afirmar que ha ganado el PSOE pero para mí, el
gran perdedor ha sido el señor Pedro Sanchéz porque si según él decía hasta la
saciedad su intención no era otra que
conseguir estabilidad, ¿para qué convocar nuevas elecciones?
Como “premio” al gran
manipulador y mentiroso que es, ahora se encuentra con una situación más difícil de gestionar porque queramos o no el nuevo escenario que ahora
debemos afrontar es el de la mayor fragmentación del voto en la joven historia
de nuestra democracia pues son 16 partidos los que se darán cita en la cámara
baja siendo más que destacable la presencia de partidos nacionalistas y
regionalistas que como ya sabemos no tienen su mayor interés en las cuestiones
de estado, sino que solo tienen (legítimo)
interés en su región o zona de actuación.
Por otro lado, y no por
ello menos importante, se complica mucho la formación de un nuevo gobierno
puesto que ni el bloque de izquierdas ni el de derechas tiene la cantidad
necesaria de apoyos para formar gobierno.
Solo la unión, por dignidad espero que
improbable, de PP y PSOE tendría una mayoría holgada para poder dotar al país de
la necesaria estabilidad que los grandes retos venideros así demandan.
Otro dato más que interesante
es saber por qué estos comicios han sido las elecciones donde hemos asistido al
mayor trasvase de votos de unas fuerzas políticas a otras desde los acaecidos en
1982 cuando tras perder 155 escaños prácticamente desapareció la UCD, al igual
que lo hiciera el PCE.
Lógicamente ese trasvase
de votos fue a parar, por un lado a la coalición formada por el Partido
Demócrata Popular con Alianza Popular y por el otro lado a un PSOE que cosechó la
primera de sus tres mayorías absolutas llevando a la Moncloa a su líder Felipe
González.
No hace falta recordar
que con la desaparición de UCD y con la llegada de Alianza Popular se constituyó
el germen de los dos bloques, comenzado así el bipartidismo que ha regido la
vida política española durante tres décadas hasta la llegada en 2006 de la
plataforma Ciudadanos y 2014 de Podemos.
Por otro lado, cabe
destacar que Vox, nuevo partido con apenas meses de vida, al cosechar 3.600.000 de votos se ha convertido en la tercera
fuerza política en España al conseguir más del doble de votos que en las
elecciones anteriores. Y ahí, es donde me surge la pregunta; ¿a qué obedece su auge?
¿Será un auge pasajero?
¿Cómo es posible que en
tan poco tiempo un partido que apenas hace unos meses no era más que secundario
se convierta en la tercera fuerza política de un país que dice ser maduro?
También en el día de hoy
Albert Rivera dimite, deja su escaño y abandona la política.
He de reconocer que lo he
“seguido de cerca” desde el principio, no solo por su frescura, gran oratoria y
capacidad comunicativa, al ser, hasta la llegada de Pablo Casado, el único político
que para mí ha sido capaz de con naturalidad transmitir su menaje.
Albert Rivera siempre me pareció una
persona interesante porque vi en él a alguien que veía las cosas de forma
diferente.
Esa clase de personas que abundan por su escasez al ser capaces de
ver lo que otros ni siquiera son capaces de atisbar.
No hay que olvidar que su
grupo político tuvo su origen en un grupo de profesionales e intelectuales de
la vida privada erigiéndose en el único partido que alzó su voz contra el
desfalco y la corrupción galopante de los mafiosi
Pujol, de ser un verdadero patriota al defender la unidad de España “allí donde
más difícil era” y donde ir contracorriente de lo establecido no era tarea nada
fácil.
Fruto de su buen hacer, junto
a la cabeza de cartel, Inés Arrimadas, logro vencer en las elecciones
autonómicas de 2017. Y ahora, cuando abandona la política, deja su partido con
una pérdida del 80% de los diputados que tenía en el Congreso.
Con su marcha, al afirmar
en su despedida que “sea justo o sea injusto, es lo responsable” ha dado un
ejemplo que por escaso, otros debieran haber tomado mucho antes.
Pero ya se sabe, como han
venido demostrando con frecuencia, los políticos nunca miran por ellos mismo y “siempre”
toman decisiones por el bien de España…