20 oct 2014

No tengo talentos especiales, lo que si soy es profundamente curioso...

A día de hoy,  aún hay mucha gente que cuando acude a una entrevista de trabajo sale bombardeada por una batería de  preguntas que solo buscan validar datos racionales o expedientes académicos, es decir, se centran en el absurdo de buscar  el "qué he hecho" y no en lo que yo considero más interesante, "cómo lo he hecho".

De aquí me surge la duda de pensar que aún estamos anclados en el pasado, en ese pasado que básicamente valoraba a las personas por su capacidad de pensar.


Es cierto que parece que hay un amplio consenso en cuanto a la idea de que estamos viviendo en una "era de la complejidad", lo que me lleva a pensar que el mundo nunca ha sido más complicado.
Esta idea se basa en la rapidez de los cambios tecnológicos, y la gran cantidad de información que estamos generando (los dos están relacionados).

En cualquier caso, la complejidad relativa de diferentes épocas es de poca importancia para  las personas que simplemente estamos  luchando para sobrevivir a la vida cotidiana.
Así que tal vez habría que cuestionarse cual es la pregunta correcta; igual habría que cambiar de  "¿Es esta era más compleja?" a "¿Por qué algunas personas están mas preparadas para manejar la complejidad?"

Aunque la complejidad depende del contexto, también está determinada por la disposición de las personas. En particular, hay tres cualidades psicológicas clave que mejoran nuestra capacidad para gestionar la complejidad:

a) Coeficiente intelectual;
Como mucha gente sabe, el coeficiente intelectual es sinónimo de cociente intelectual y se refiere a la capacidad mental. Lo que menos personas saben, o les gusta aceptar, es que el coeficiente intelectual no afecta a una amplia gama de resultados del mundo real, tales como el desempeño laboral o el éxito profesional. La razón principal es que los niveles más altos de coeficiente intelectual "solo" capacitan  a las personas a que puedan aprender y resolver problemas nuevos o complejos de una forma mucho más rápida.

En términos nominales, las pruebas que determinan el  coeficiente intelectual parecen bastante abstractas, matemáticas, y desconectadas de los problemas de la vida cotidiana, sin embargo, son una poderosa herramienta para predecir nuestra capacidad para gestionar la complejidad. De hecho, el coeficiente intelectual actúa con mayor solidez  como indicador de rendimiento para tareas complejas que para las simples.

Los entornos complejos son más ricos en información, lo que crea más carga cognitiva y exige más capacidad intelectual o pensamiento deliberado de nuestra parte; por lo que frente a estos desafíos no podemos navegar en modo "piloto automático".

Podríamos decir que el coeficiente intelectual es una medida de la capacidad intelectual, de la mismo forma que los megabytes o la velocidad de procesamiento son una medida de las operaciones que un ordenador puede realizar. Como era de esperar, hay una correlación significativa entre el coeficiente intelectual y la memoria de trabajo, es decir, nuestra capacidad mental para manejar múltiples piezas de información temporal a la vez.
Para ver con un ejemplo claro esto que acabo de decir, tan fácil como tratar de memorizar un número de teléfono que se le pide a alguien por el camino a la vez que necesita  recordar su lista de la compra; esto simple ejercicio nos dará una buena idea del coeficiente intelectual.

Hay investigaciones en este campo que por desgracia  muestran que el trabajo de entrenamiento de memoria no aumenta nuestra capacidad a largo plazo para hacer frente a la complejidad, aunque algunas evidencias sugieren que retrasa el deterioro mental en las personas mayores, de acuerdo con la teoría del  "usarlo o perderlo".


b) Cociente emocional;
El cociente emocional  afecta a nuestra capacidad de percibir, controlar y expresar emociones. Este cociente se refiere a la gestión de la complejidad de tres maneras principales:

--En primer lugar, los individuos con mayor cociente emocional son menos susceptibles al estrés y la ansiedad. Como las situaciones complejas son ingeniosas y exigentes, es probable que induzcan a mayores niveles de presión y de estrés, por eso un cociente emocional alto actúa como  amortiguador.


--En segundo lugar, el cociente emocional es un ingrediente clave de las habilidades interpersonales, lo que significa que las personas con mayor cociente están mejor equipadas para navegar por sistemas organizativos complejos, lo que a buen seguro les dará ventaja para poder avanzar en sus carreras. De hecho, en el mundo  hiperconectado de hoy,  lo que la mayoría de los empleadores buscan no es la experiencia técnica, sino habilidades emocionales o destrezas sociales, especialmente cuando se trata de funciones de gestión y  liderazgo.

--En tercer lugar, las personas con mayor coeficiente emocional tienden a ser más emprendedoras, por lo que son más proactivos en campos como la explotación de oportunidades, la toma de riesgos, o para  convertir las ideas creativas en innovaciones reales. Todo esto hace del coeficiente emocional una cualidad importante para adaptarse a entornos inciertos, imprevisibles, y complejos.

c) Coeficiente de curiosidad;
El coeficiente de curiosidad representa el cociente  y las preocupaciones que tienen una mente hambrienta curiosidad. Las personas con mayor cociente de curiosidad  son más curiosas y abiertas a nuevas experiencias. Encuentran la novedad emocionante  ala vez que  se aburren rápidamente con la rutina. Dadas estas cualidades tienden a generar muchas ideas originales y son inconformistas.

Por desgracia o desconocimiento, este cociente no se ha estudiado con tanta profundidad como el emocional o el intelectual, pero hay algunas pruebas que sugieren que es igual de importante a la hora de gestionar la complejidad de dos maneras principales:

--En primer lugar, los individuos con mayor cociente de curiosidad son generalmente más tolerantes con la ambigüedad.  Este sofisticado estilo de pensamiento define la esencia misma de la complejidad.

--En segundo lugar, el cociente de curiosidad lleva aparejado  mayores niveles de inversión intelectual y de adquisición de conocimientos a través del tiempo, especialmente en ámbitos formales de la educación, tales como la ciencia o el arte.
El conocimiento y la experiencia, al igual que la experiencia, traducen situaciones complejas en otras más conocidas, por lo que el cociente de curiosidad es la última herramienta para producir soluciones simples para problemas complejos.




Aunque el cociente intelectual es difícil de entrenar, los cocientes emocionales y el de la curiosidad si que parece que se pueden desarrollar;  tal y como parece ser que dijo Albert Einstein en aquella memorable frase que decía: " No tengo talentos especiales, pero sí soy es profundamente curioso".

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