19 dic 2014

Petróleo barato no es deflación...

El descenso del precio del petróleo es bueno para la economía mundial
Los temores de que un crudo más barato pueda crear aún más deflación están fuera de lugar

Aunque un descenso en el precio del petróleo es una buena noticia para la economía mundial,  los actuales precios bajos del crudo no son  buenas noticias para Venezuela, para Irán o para  Rusia.

Eso está claro. Pero, ¿y para todos los demás?
La fuerte caída del crudo durante los últimos tres meses  ha producido una cantidad inusual de preocupación de que con una inflación ya peligrosamente baja en gran parte del mundo desarrollado, un petróleo más barato vaya a empeorar el problema.

Estos temores están fuera de lugar. Pensar que los precios del petróleo son un neto negativo para la economía mundial, y en particular para las economías avanzadas, es no entender el problema de la deflación y las curas para él.

Un nivel general de precios descendientes, por sí mismo, no es necesariamente una mala noticia.
China, entró periódicamente en deflación desde la década de 1990 en adelante, ya que se embarcó en un período de expansión extraordinario.  Pero con un  crecimiento económico de, o cerca de dos dígitos, que reflejaba el rápido crecimiento de la productividad en lugar de un exceso de oferta. Cualquier deceleración de la demanda podría ser fácilmente alcanzada por una reducción de las tasas de interés.

Lo mismo a día de hoy no es cierto para las economías avanzadas, en particular las de la zona euro. Aquí, con una demanda muy débil para igualar las tasas de interés y con una capacidad productiva en, o cerca de cero, una caída sostenida en el nivel de precios significa que las tasas de interés reales aumentan.
Tasas reales más altas  no hacen sino aplazar el consumo creando así un círculo vicioso de lento crecimiento  y de exceso de capacidad.

Sin embargo, los precios a la baja del petróleo tendrán un efecto puntual sobre el nivel de precios y, por tanto, reducirán la inflación, que debería impulsar el crecimiento en lugar de retardarlo.

Los precios más bajos del petróleo pueden dañar las industrias extractivas de capital intensivo en el mediano plazo, pero generará beneficios a los hogares casi de inmediato a través de una gasolina o otros combustibles más baratos.  Por tanto, una inesperada caída en el nivel general de precios no hará  sino que elevar los ingresos reales.
Esto es especialmente bienvenido en el Reino Unido, donde durante el año pasado los ingresos medios reales de las familias fueron un seis por ciento más bajos que antes de la crisis financiera mundial, a pesar de una recuperación económica relativamente saludable.

Es cierto que los responsables políticos deben tener cuidado de que una caída en el nivel de precios no conduzca a una caída de las expectativas de inflación. Pero la respuesta es clara: mantener una política monetaria flexible para impulsar la demanda.
El Banco Central Europeo y el Banco de Japón deberían seguir ampliando sus programas de compras de activos; la Reserva Federal de Estados Unidos, que tuvo éxito en una ruta similar en el pasado, tenía razón estos días al anunciar  que sería "paciente" en el aumento de las tasas.

Hay explicaciones que compiten por encontrar las causas  de la caída de los precios del crudo.

Una es que la nueva producción, en particular desde el auge del petróleo de esquisto en los EE.UU., ha aumentado la oferta mundial.
Dado que el petróleo es un bien relativamente insensible al precio, un pequeño aumento de la oferta puede tener un gran impacto en el precio.

La caída se tornó más veloz cuando, por cualquier razón, Arabia Saudí persuadió a la OPEP de no interponerse en el camino de la caída del precio por reducciones  de la producción.

La explicación menos bienvenida sería la que defiende que la caída del precio del petróleo es consecuencia de causas externas, es decir, una desaceleración de la economía mundial unida a una débil demanda de las economías industrializadas  que consumen mucha energía, como China.

Si nos acogemos a las lecciones que nos brinda el  pasado, enseguida nos daremos cuanta de que desaceleraciones anteriores en el crecimiento mundial no lograron producir la misma reacción.

Pero cualquiera que sean las causas que están  detrás de la caída del precio del crudo, el mensaje político es el mismo.
En la coyuntura actual, un petróleo más barato y una política monetaria laxa son complementos, no sustitutos.
Los bancos centrales, en particular en la zona  euro y en Japón, han estado luchando para prevenir un resbalón con la deflación y con el estancamiento económico.

Pero ahora, a día de hoy, y con la actual coyuntura, la caída del precio del petróleo les ha servido de ayuda. Ayuda que ahora ellos deben saber aprovechar.

12 dic 2014

Carta abierta a Marc Márquez

Carta abierta a Marc Márquez

Por:  09 de diciembre de 2014
Esta carta ha sido escrita por Xavi Casanovas (@xcasanovasc),director de Cristianisme i Justícia y coordinador de la Plataforma per una fiscalitat justaFrancesc Mateu, director de Oxfam Intermón en Cataluña.
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Estimado Marc,

La noticia se publicó el pasado 6 de diciembre en el Diario de Andorra, y desde entonces ha corrido como la pólvora. Dicen que has pedido la residencia en el Principado de Andorra con la intención de ahorrarte casi el 100% de tu contribución a Hacienda durante los próximos años. No es ilegal, te acoges a una legislación egoísta e injusta que beneficia a personas calificadas eufemísticamente como "de alto interés cultural, científico o deportivo".
Esperando que confirmes o desmientas esta información, nos hemos atrevido a escribirte con la única intención de aportar argumentos a tu reflexión.

Los impuestos son la única manera que tenemos, en el actual sistema económico, de garantizar la redistribución de la riqueza. Es decir, que aquellos que tienen menos oportunidades, solo porque han nacido donde han nacido, o por sus diferentes capacidades, tengan también las garantías de una vida digna.
Actualmente sabemos que casi el 25% de los recursos que necesita el Estado español para sostener el Estado del Bienestar no tributan, pues pasan por la economía sumergida. Y que lo que más está minando nuestra capacidad recaudatoria son las vías de elusión que utilizan las grandes fortunas y multinacionales.
Tu contrato con Honda, de 10 millones de euros, te hace entrar en el 0,04% más rico de nuestra sociedad. Sois los que cobráis más de 600.000 € al año: unas 7.000 personas en todo el estado español. Si acabaras pagando lo que te corresponde, que equivaldría aproximadamente al 50% de tu sueldo, tu renta neta se mantendría sin problemas dentro de este tramo. ¿Estás seguro de que no te lo puedes permitir?
No ponemos en cuestión que te lo merezcas, ni negamos tu esfuerzo. La cantidad de horas sobre la moto y los sacrificios que seguro has tenido que hacer, sólo tú los sabes, y por eso tanta gente admira tu excelencia deportiva. Pero si tu esfuerzo ha dado frutos es, tal como has comentado alguna vez, por que había en mucha gente detrás que te apoyaba.
Muchas personas no disfrutarán de esta misma suerte y necesitarán del apoyo y empuje de un sistema justo y equitativo para poder salir adelante. No estamos hablando de caridad, sino de justicia social.
Seguro que tienes en la cabeza la moto y las carreras y no te debes ni haber parado a pensar en el tema. Ya habrá quien te ayuda a llevar los temas económicos y lo hace con el único criterio que pagar el mínimo posible. Te habrán dicho que la vida deportiva es corta y que hay ganar todo lo que puedas mientras dura. Este criterio tan intuitivo y desgraciadamente tan aceptado, choca de frente con uno de los fundamentos de nuestra sociedad.
Si lo vieras como nosotros y lo repensaras, con tu ejemplo podrías ayudar a hacer entender a mucha gente que pagar impuestos es necesario e imprescindible para que funcionen la educación, la sanidad y los servicios sociales de manera accesible y universal. Servicios de los que tú y tus familiares  seguro se ha podido beneficiarse durante muchos años, cuando aún no eras conocido. En cambio, si dejas de pagar impuestos, muchos, con la excusa de que tú lo has hecho primero, seguirán el mismo camino.
Mientras no consigamos que se eliminen los paraísos fiscales y mejore la progresividad de nuestro sistema fiscal, lo único que podemos hacer es apelar a tu sentido último de justicia social para pedir que no establezcas tu residencia en Andorra y que pagues, con el orgullo de quien está haciendo lo que toca, tus impuestos en tu casa.
Xavi Casanovas, coordinador de la Plataforma por una fiscalidad justa, ambiental y solidaria.
Francesc Mateu, director de Oxfam Intermon en Cataluña.

PD. Estimado Marc, te enviamos esta carta porque  estos días ha salido en la prensa tu caso, pero la hacemos extensiva a los que según la misma noticia dice, ya lo han hecho antes como  Dani Pedrosa, Jorge Lorenzo, Fernando Alonso y todos aquellos otros que han hecho de esta práctica egoísta e insolidaria una práctica habitual .

11 dic 2014

Cambió Wallis Simpson el mundo ?

Muchas son las mujeres las que con su contribución han cambiado el devenir de la historia.

Muchas anónimas y condenadas al olvido, otras mas conocidas como los casos de, por ejemplo, el de  Juana de Arco que con solo 17 años ya lideraba el ejercito real de su majestad y contribuyó de forma decisiva en la coronación del Rey Carlos VII de Francia.

Otro nombre que me viene en mente es el de la archiconocida Rosa Parks, aquella mujer negra que en 1955 desafió a la América blanca al negarse a ceder su asiento en un autobús público y que con este gesto impulsó el fin de la segregación racial en los Estados Unidos. 

Si hay algo que Rosa Parks comparte con la siguiente mujer que voy a nombrar es que pocas veces un acto aparentemente tan insignificante acarrea tan importantes consecuencias.


¿ Quien se acuerda hoy, un 11 de diciembre de Wallis Simpson ?

Repasemos un poco la historia real británica.

Reinaba el Rey Jorge V cuando se decidió cambiar el nombre de la casa real, dejando atrás el de Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha (la Reina Victoria se casó en 1840 con Alberto de Sajonia)  pasando a denominarse a partir de ahora Casa de Windsor. 

En 1936 fallece el Rey, por lo que al día siguiente accede al trono su hijo y heredero natural Eduardo VIII que ese mismo día ya rompe con el rígido protocolo real al acudir a la cita acompañado de la Sra. Simpson y escandalizando a la conservadora sociedad victoriana de la época.

Pero lejos de desistir, el nuevo rey, sigue adelante con sus planes.
Con su decisión de casarse con el entonces Rey Eduardo VIII se produce un cambio en la línea sucesoria al trono real británico.
Como monarca británico Eduardo VIII era el jefe de la Iglesia de Inglaterra, que no permitía que las personas divorciadas como la Sra. Simpson se volvieran a casarse mientras el cónyuge anterior estuviera vivo. Fue por ello que el rey  no podía casarse con esta señora y al mismo tiempo seguir siendo el que ocupará el trono.

Como las posiciones parecían enrocadas y ninguna parte daba su brazo a torcer, Eduardo declaró que amaba a al Sra. Simpson y contraviniendo los consejos del establishment y de los miembros del Gobierno, decidió abdicar para poder casarse con su amada.

Este hecho aparentemente tan nimio acabó con la abdicación del rey, un rey que no llevaba reinando ni siquiera un solo año y que le convirtió en el único monarca británico que ha renunciado voluntariamente al trono desde el periodo anglosajón.
Con su decisión de abdicar, le tocó el turno a su hermano Alberto que tomó el nombre de Jorge VI.

Este nuevo monarca pasara a la historia por dos cosas, una por su conocida dificultad de comunicarse en público  que mas tarde dió lugar a la  película llamada El Discurso del Rey, (que dejo para los cinéfilos y los amantes de las tardes de sofá y palomitas ) y otro que para mi es más interesante es que con este reinado inesperado, junto a su esposa la reina Madre,  tuvo que superar la Segunda Guerra Mundial; y quizá aquí, llegados a este punto si que cambió el mundo tal y como hoy lo conocemos...

Analizar que papel  jugó el nuevo rey en la contienda y cual hubiera jugado su predecesor no parece ejercicio fácil, pero a tenor de ciertos documentos que afirman que si hubiera seguido en el trono Eduardo VIII el resultado del conflicto bélico no sería a buen seguro el que hoy conocemos, pues parece ser que era el miembro mas pro nazi de la Familia Real británica.

Si además de esta debilidad tenemos en cuenta que parece ser que tenia una afición excesiva hacia las mujeres pues se comprenderá más fácilmente que casi todo el mundo opinará que era totalmente inadecuado para ocupar el trono.
¿ Como iba a enfrentarse a una posible guerra un rey "simpatizante" de su enemigo que además parece tenía mas interés en las faldas que en el sentido de estado necesario para enfrentarse a semejante reto ?

Fuera por amor, o porque  miembros de la propia Familia Real ayudados por el Arzobispo de Canterbury metieran a la Sra. Simpson en el sitio adecuado, lo cierto y  seguro es que con su irrupción en escena propició la abdicación de un rey y el ascenso al trono de otro que parece ser fue más contundente en la batalla que al final tuvieron que librar contra el nazismo.

Quizá, quien sabe, sin la "colaboración" de la Sra. Simpson el mundo no sería como hoy lo conocemos.




9 dic 2014

Why the oil price is falling

The oil price has fallen by more than 40% since June, when it was $115 a barrel. It is now below $70. This comes after nearly five years of stability. At a meeting in Vienna on November 27th the Organisation of Petroleum Exporting Countries, which controls nearly 40% of the world market, failed to reach agreement on production curbs, sending the price tumbling. Also hard hit are oil-exporting countries such as Russia (where the rouble has hit record lows), Nigeria, Iran and Venezuela. Why is the price of oil falling?
The oil price is partly determined by actual supply and demand, and partly by expectation. Demand for energy is closely related to economic activity. It also spikes in the winter in the northern hemisphere, and during summers in countries which use air conditioning. Supply can be affected by weather (which prevents tankers loading) and by geopolitical upsets. If producers think the price is staying high, they invest, which after a lag boosts supply. Similarly, low prices lead to an investment drought. OPEC’s decisions shape expectations: if it curbs supply sharply, it can send prices spiking. Saudi Arabia produces nearly 10m barrels a day—a third of the OPEC total.
Four things are now affecting the picture. Demand is low because of weak economic activity, increased efficiency, and a growing switch away from oil to other fuels. Second, turmoil in Iraq and Libya—two big oil producers with nearly 4m barrels a day combined—has not affected their output. The market is more sanguine about geopolitical risk. Thirdly, America has become the world’s largest oil producer. Though it does not export crude oil, it now imports much less, creating a lot of spare supply. Finally, the Saudis and their Gulf allies have decided not to sacrifice their own market share to restore the price. They could curb production sharply, but the main benefits would go to countries they detest such as Iran and Russia. Saudi Arabia can tolerate lower oil prices quite easily. It has $900 billion in reserves. Its own oil costs very little (around $5-6 per barrel) to get out of the ground.
The main effect of this is on the riskiest and most vulnerable bits of the oil industry. These include American frackers who have borrowed heavily on the expectation of continuing high prices. They also include Western oil companies with high-cost projects involving drilling in deep water or in the Arctic, or dealing with maturing and increasingly expensive fields such as the North Sea. But the greatest pain is in countries where the regimes are dependent on a high oil price to pay for costly foreign adventures and expensive social programmes. These include Russia (which is already hit by Western sanctions following its meddling in Ukraine) and Iran (which is paying to keep the Assad regime afloat in Syria). Optimists think economic pain may make these countries more amenable to international pressure. Pessimists fear that when cornered, they may lash out in desperation.

5 dic 2014

Will falling oil prices curb America’s shale boom?

This year’s Christmas parade in Lindsay, in the heart of Oklahoma’s oil country, featured the Stars and Stripes every ten yards, 11 horses with riders in Santa hats and a rifle salute by veterans. But the highlight was a thundering, bright red oil tanker covered in fairy lights and owned by Hamm & Phillips, an oil-services firm with local roots that has ridden the shale boom in the state and across America.
That energy revolution is the envy of the business world. Abundant oil and gas have been extracted from underground rocks by blasting them with a mixture of water, chemicals and sand—“fracking”, in the jargon. As well as festive spirit, the firms responsible embody an all-American formula of maverick engineers, bold entrepreneurs and risk-hungry capital markets that no country can match.
Yet now that oil prices have fallen by almost 40% in six months, these firms’ mettle is being tested. Across America shale-shocked executives will spend Christmas overhauling their strategies to cope with life at $70 per barrel, even as investors dump their firms’ shares and bonds. Executives at Lukoil, a big Russian firm, now sniff that shale is like the dotcom bubble—a mania that is being cruelly exposed.
Oil-price slumps usually lead to cuts in energy firms’ investments. Production eventually falls, helping prices to stabilise. In 1999, after the Asian crisis, global investment in oil and gas production dropped by 20%. A decade later, after the financial crisis, investment fell by 10%, then recovered.
This time some of the pain will be taken by the big integrated energy firms, such as Exxon Mobil and Shell. After a decade of throwing shareholders’ cash at prospects in the Arctic and deep tropical waters to little effect, they began cutting budgets in 2013. Long-term projects equivalent to about 3% of global output have been deferred or cancelled, says Oswald Clint of Sanford C. Bernstein, a research firm. Most “majors” assume an oil price of $80 when making plans, so deeper cuts are likely.
But much of the burden of adjustment will fall on America’s shale industry. It has been a big swing factor in supply, with output rising from 0.5% of the global total in 2008 to 3.7% today. That has required hefty spending: shale accounted for at least 20% of global investment in oil production last year. Saudi Arabia, the leading member of OPEC, has made clear it will tolerate lower prices in order to do to shale firms’ finances what fracking does to rocks.
Even the gods of shale disagree about the industry’s resilience. The boss of Continental Resources, Harold Hamm (whose fortune has dropped by $11 billion since July), has said he can cope as long as the oil price is above $50. Stephen Chazen, who runs Occidental Petroleum, has said the industry is “not healthy” below $70. The uncertainty reflects the diversity of activity. Wells produce different mixes of oil and gas (which sells for less). Transport costs vary: it is cheap to pipe oil from the Eagle Ford play, in Texas, but expensive to shift it by train out of the Bakken formation, in North Dakota. Firms use different engineering techniques to pare costs.
Two generalisations can still be made. First, in the very near term, the industry’s economics are good at almost any price. Wells that are producing oil or gas are extraordinarily profitable, because most of the costs are sunk. Taking a sample of eight big independent firms, average operating costs in 2013 were $10-20 per barrel of oil (or equivalent unit of gas) produced—so no shale firm will curtail current production. But the output of shale wells declines rapidly, by 60-70% in their first year, so within a couple of years this oil will stop flowing.
Second, it is far less clear if, at $70 a barrel, the industry can profitably invest in new wells to maintain or boost production. Wood Mackenzie, a research consultancy, estimates that the “break-even price” of American projects is clustered around $65-70, suggesting many are vulnerable (these calculations exclude some sunk costs, such as building roads). If the oil price stays at $70, it estimates investment will be cut by 20% and production growth for America could slow to 10% a year. At $60, investment could drop by as much as half and production growth grind to a halt.
The industry’s weak balance sheet is also a vulnerability, says Michael Cohen of Barclays, a bank. Most firms invest more cash than they earn, making up the difference by issuing bonds. Total debt for listed American exploration and production firms has almost doubled since 2009 to $260 billion (see chart), according to Bloomberg; it now makes up 17% of all America’s high-yield (junk) bonds. If debt markets dry up and profits fall owing to cheaper oil, the funding gap could be up to $70 billion a year. 
Were firms to plug this by cutting their investment budgets, investment would drop by 50%. In 2013 more than a quarter of all shale investment was done by firms with dodgy balance sheets (defined as debt of more than three times gross operating profits). Quite a few may go bust. Bonds in some smaller firms trade at less than 70 cents on the dollar.
All this suggests looming investment cuts that within a year will slow growth in American shale production to a crawl and perhaps even lead to slight declines. A few firms have trimmed their budgets already. More are expected to announce cuts in January. “Frontier” projects—on the fringes of existing basins or in places where little commercial production has taken place—are vulnerable, including Oklahoma. Most firms will hunker down in the Bakken, the Eagle Ford and the Permian Basin, where they have scale and infrastructure. Even in the Bakken, applications for drilling permits fell by almost 40% in November.
OPEC’s wishes may seem to be coming true over the next year. But adversity will eventually make shale stronger. 
It will prompt a new round of innovation, from cutting drilling costs through standardisation to new fracking techniques that increase output. Dan Eberhart, the boss of Canary, a Denver-based oil-services firm, says the industry has already “pressed fast forward” on saving costs.
And if and when prices recover, new wells can be brought on stream in weeks, not years. America’s capital markets will roar back into life, forgiving all previous sins. “There is always a new set of investors,” says the boss of a one of the world’s biggest natural-resources firms. He predicts a shale crash—and a rapid rebound.
Feb 15th 2014

3 dic 2014

El reino de la corrupción

Cada vez que surge un nuevo caso de corrupción nuestros políticos se escudan en que son mayoría los servidores públicos honestos y que solo unos pocos sinvergüenzas se han colado en sus filas. 
Con este innovador mensaje se presentó Mariano Rajoy en el pleno monográfico del Congreso sobre la corrupción, al que aportó dos proyectos de ley visados por su Gobierno hace casi dos años. A partir de estas premisas es inconcebible que el presidente del Gobierno pueda encabezar un programa serio para combatir un problema que se ha convertido en la segunda preocupación de los españoles. 

Todas las respuestas devienen tardías e insuficientes, como acaba de demostrar la microrreforma introducida por la Cámara sobre los viajes de diputados y senadores a raíz del caso Monago.
Más de 800 Ayuntamientos (un 10% del total) están incursos en diversos procedimientos judiciales vinculados al muy heterogéneo dominio de la corrupción política; el número de imputados se cuenta por miles, según informes de la fiscalía.
Minimizar estas cifras hasta el punto de convertir a esa legión de corruptos en una excepción es una desfachatez, si no un acto de cinismo. Al margen de la honradez individual, que se dilucida en los tribunales, la mayoría de los políticos tiene fundadas sospechas, cuando no indicios, de que su partido tiene vías de financiación irregulares, pero ese es un tabú cuya ruptura se castiga con la expulsión, como le sucedió al socialista Alonso Puerta en 1981. Habrían de pasar 26 años hasta que un concejal popular de Majadahonda pagara el mismo precio después de poner a la Fiscalía Anticorrupción tras la estela del caso Gürtel, una red mafiosa de la que se habría lucrado el PP, según el último auto del juez instructor.
Nuestros políticos conocen estas prácticas desde los tiempos de la Transición, pero han preferido guardar silencio para mantener el favor de sus jefes. Es hora de poner fin al espectáculo degradante de que nadie sepa en los partidos políticos, salvo sus tesoreros o sus gerentes, de dónde proceden los dineros con los que se financia la campaña electoral permanente en la que están metidos o cómo se pagan las obras de sus sedes y los salarios de sus empleados.
¿Tiene alguna lógica que los presidentes y secretarios generales puedan alegar ignorancia ante los jueces y librarse así de toda culpa en este tráfico indecente de cajas b y dineros negros? ¿Por qué los líderes que elaboran las listas electorales y aprueban los programas políticos están exentos de rendir cuentas sobre las finanzas de sus partidos? ¿Puede Rajoy eludir su responsabilidad en el caso Bárcenas con el simple trámite de pedir perdón al Parlamento por haberse equivocado en su nombramiento? Bienvenida sea la reforma del Código Penal (anunciada hace más de un año) que castigará el delito de financiación ilegal con uno a cinco años de cárcel, aunque solo se atajará el mal cuando los jefes máximos tengan que responder por una presunta administración desleal.
Este estado de cosas ha sido consustancial a la democracia creada al amparo de la Constitución de 1978. La debilidad de unos partidos renacidos tras 40 años de dictadura sirvió para blindar sus cuentas y excluirlas del escrutinio público.
Galaxia Gutenberg acaba de publicar un libro póstumo de Javier Pradera titulado Corrupción y política. Los costes de la democracia.  Escrito hace 20 años, en plena floración de escándalos (Juan Guerra, Hormaechea, Ibercorp, Mariano Rubio, Filesa, Cacerolo, Roldán, fondos reservados, etcétera), su lectura resulta de extraordinaria actualidad. La anatomía de la venalidad que Pradera disecciona con precisión forense es perfectamente aplicable a la sucesión de casos que monopolizan la actualidad informativa. Los cambios legislativos introducidos en estas dos décadas han tenido el efecto gatopardianode mantener intacta la corrupción estructural para financiar los partidos, a la que se ha sumado el creciente pillaje individual de muchos gestores.
Es cierto que se creó la Fiscalía Anticorrupción en 1995, que se han endurecido algunas sanciones penales, que la UDEF ha prestado una mayor dedicación a los delitos económicos que proliferan en el ámbito político, pero nada sustantivo ha cambiado en los mecanismos de adjudicación de contratos públicos, que es donde reside la gran corrupción, la que mueve millones de euros en forma de comisiones mafiosas. Este mecanismo perverso obliga por lo demás a las empresas concesionarias a falsificar su contabilidad con innumerables facturas falsas que a menudo se distribuyen entre los proveedores. En esta cadena fraudulenta participan miles de personas que están sometidas a una ley de silencio tanto más férrea cuanta mayor es la precariedad laboral. Los denunciantes no cuentan con ninguna protección.
No sorprende que en medio de este paisaje la economía sumergida suponga casi una quinta parte del PIB según diversos informes o que los inspectores de Hacienda estimen que el monto del fraude fiscal supera el déficit de todas las Administraciones públicas. Lejos de constituir un ejemplo nuestros políticos son piedra de escándalo, agravado por el impacto de una crisis económica que se traduce en el empobrecimiento de grandes grupos de población, el paro de más de cinco millones de personas según la EPA, una deflación salarial que no excluye de la pobreza a quienes trabajan y una pavorosa desigualdad que coloca a España en el segundo lugar del ranking europeo.
El Eurobarómetro de 2013 sobre corrupción registró que el 63% de los encuestados españoles (el porcentaje más alto de la UE) se consideraba afectado personalmente en su vida cotidiana, frente a una media comunitaria del 26%; el 95% consideraba que es un problema muy extendido en el país, principalmente en las instituciones locales y regionales. Todo ello consolida el convencimiento generalizado de que la gran corrupción gira en torno a las finanzas de los partidos, con una activa participación de las empresas contratistas de obras y servicios. Sindicatos y asociaciones patronales se han incorporado al festín al calor de los cursos de formación, los expedientes de regulación de empleo o las tarjetas opacas de algunas cajas. 
Que solo ocho de los 86 titulares de Bankia renunciaran a usarlas dice mucho del nivel ético de nuestras élites.
La democracia es un sistema que descree de la bondad universal y desconfía de la codicia humana. De ahí que exija contrapesos y controles rigurosos para impedir abusos de poder y sancionarlos cuando se produzcan. Un Tribunal de Cuentas nombrado mayoritariamente por los partidos, que más que vigilarse mutuamente practican una estrategia de no agresión, es un instrumento ineficaz para controlar sus finanzas. Algunos países europeos han creado comisiones independientes para fiscalizar a los partidos e incluso para adjudicar los contratos públicos. Hace casi dos años el Congreso acordó convocar una comisión de expertos para estudiar el dossier de la corrupción y proponer estrategias de choque. Nadie la ha recordado en el reciente debate parlamentario.
A un año de las elecciones generales es probable que no haya tiempo para comités, pero    
los partidos no pueden cruzarse de brazos tras una legislatura que ha sido una ciénaga 
en materia de corrupción. Y si así lo hacen estarán contribuyendo a ese súbito ascenso de Podemos, que más allá de la viabilidad o no de sus propuestas se nutre sobre todo de la náusea colectiva. Los abstencionistas de ayer, los participantes en las diversas mareas contra los recortes en sanidad y educación o simplemente la multitud de decepcionados con el PSOE suman ya un bloque de votantes potenciales que de momento ha roto, al menos en las encuestas, el statu quo de un bipartidismo asfixiante.