Aerostación
Aunque en 1792 se
habían realizado en Segovia, y en Aranjuez ante la familia real, las primeras
experiencias aerostáticas militares dirigidas por el químico francés Louis
Proust, profesor de esta especialidad en la Academia de Artillería, en realidad no se puede
hablar de Aerostación Militar de forma organizada hasta el Real Decreto de 15
de noviembre de 1884 -firmado por S.M. el Rey don Alfonso XII-, por el que se
daba una nueva estructuración a las tropas de Ingenieros y se creaba la Dirección Técnica
de Comunicaciones Militares, a cuyo cargo estaría el Servicio Telegráfico y sus
tropas, constituido por un Batallón de Telégrafos del que la 4ª Compañía se
ejercitaría "en la construcción o inflamación de globos aerostáticos y su
manejo, libres o cautivos, emprendiendo en la medida de los recurso de que
puedan disponer, los ensayos y experiencias necesarias para las útiles
aplicaciones de estos nuevos instrumentos de guerra, tanto bajo el punto de
vista de las comunicaciones, como bajo el de todas las demás aplicaciones
militares que puedan tener, ya sancionados en parte por la experiencia".
El Batallón quedó bajo el mundo del coronel Licer López de la Torre Ayllón.
Se encargó a la casa
Goddard de París un tren de campaña sistema Yon, que no se recibió hasta 1888,
iniciando las actividades a finales de dicho año en la Casa de Campo, en terrenos
cedidos por S.M. la Reina María
Cristina. El 27 junio de 1889, la propia
Reina regente se presentó en el lugar de las experiencias y llevó a cabo una
ascensión en globo cautivo, siendo la primera persona real que se embarcó y
ascendió en un medio aéreo.
Pero se consideró
que, mientra la
Aerostación fuese un servicio auxiliar del Batallón de
Telégrafos, no podría desarrollarse satisfactoriamente ni conseguir el
rendimiento deseado y se acordó la creación de un organismo autónomo que
independizara el Servicio de Aerostación del de Telégrafos, que quedó
establecido por la Ley
de Presupuestos de 30 agosto de 1896, aunque no fuese sancionada hasta la
promulgación de la Ley
de 17 de diciembre de ese mismo año.
Se dispuso cómo
debía quedar constituido el Establecimiento
Central de Ingenieros y se dictaban normas para la organización del Servicio de
Aerostación Militar. Quedaría formado por una Compañía de Aerostación, en
la que se integrarían un comandante, un capitán, un teniente, un celador de
fortificaciones, dos sargentos, cinco cabos, tres soldados, dos cornetas, tres
soldados de 1ª y cuarenta y un soldados de 2ª. La Compañía se estableció en
Guadalajara, con dos dependencias: el Parque
- que tenía como servicios anejos el palomar central y la fotografía
militar- y la Compañía
de Aerostación, asignándole el Cuartel de San Carlos, en la ciudad, y en ribera
del río Henares el campo de experiencias.
En 1908 se
reorganizaba el Servicio pasando a formar un Batallón, con la denominación de
"tropas afectas al servicio de aerostación y alumbrado de campaña". Poco
después, en 1909, una sección formada por dos globos cautivos, uno esférico y
otro del tipo cometa, al mando del
capitán Gordejuela, se trasladó a Melilla para tomar parte en las operaciones
guerreras, permaneciendo hasta 1911. La Aerostación volvió a hacer acto de presencia en
las campañas africanas en 1913 y 1914, en la zonas de Tetuán.
El Servicio de
Aerostación prosiguió su existencia, a pesar de haberse creado la Aviación Militar,
con fases de decadencia y otra en que parecía renacer de sus cenizas, y así fue
languideciendo hasta extinguirse a partir del 18 de julio de 1936.
Creación del Ejército del Aire
Aunque el Ministerio
del Aire se creó por la Ley
del 8 de agosto de 1939, la estructuración del Ejercito del Aire se había
forjado a través de la existencia de la Aviación Militar
y se había concretado en el transcurso de la guerra civil española, aunque no
hubiese sido sancionado por ninguna disposición oficial. Las necesidades de la
propia contienda hicieron ver que la Aviación Militar
debía estar bajo un mundo único, controlando todos los medios aéreos, así como
disponer de igual equiparación que los otros Ejércitos.
Servició de Aviación
Por Real Orden
Circular de 2 de septiembre de 1910 se creaba la Comisión de Experiencias,
que sería competente ara "regular la adquisición, empelo y
perfeccionamiento de los medios del Cuerpo".
En vista del
desarrollo internacional del dirigible y sus aplicaciones militares, se nombró
una comisión para estudiar en otras naciones los últimos adelantos en este
medio.
Después de las
visitas realizadas, del correspondiente estudio y de presentar el informe, optó
la superioridad por encargar a la sociedad francesa "Astra" la
construcción de un dirigible -que se denominaría España"- con destino para
el Ejército. El dirigible tuvo serias dificultades, sufriendo averías graves.
Ante esta circunstancia, la superioridad decidió que resultaba indispensable
recurrir a los "más pesados que el aire" para su experimentación.
Así se iniciaba la aventura de la Aviación Militar
española. El capitán
Kindelán marchaba inmediatamente comisionado a Francia, para adquirir el
material que permitiera la iniciación de las actividades con aeroplanos.
Encargó dos ejemplares Henry Farman y un Maurice Farman, así como barracones
desmontables "Bessonneau" de lona y otro diverso material.
En el mes de
diciembre de ese mismo año se determinó como posible emplazamiento para las
experiencias de los aeroplanos el campo de Cuatro Vientos, situado en la
proximidad del kilómetro 9de la carretera de Extremadura, y en el mes de
febrero de 1911 llegaron al futuro aeródromo los aeroplanos y barracones,
embalados en grandes cajas.
Por R.O. de 8 de
marzo de ese mismo año fueron designados alumnos del primer curso de pilotos
los capitanes Kindelán, Emilio Herrera Linares y Enrique Arrillaga López y los
tenientes Eduardo Barrón Ramos de Sotomayor y José Ortiz Echagüe, todos ellos
pertenecientes al Cuerpo de Ingenieros y pilotos de globo libre.
El 13 de marzo tuvo
lugar el primer vuelo en el aeródromo y el día 15 dieron comienzo las clases de
vuelo con lo que se convirtió en el más antiguo aeropuerto de España.
Emblemas del Servicio de Aeronáutica
En el apéndice
número 3 del Reglamento del Servicio de Aeronáutica (aprobado por R.O. de 16 de
abril de 1913), decía: "El personal del servicio aeronáutico llevará sobre
el uniforme el emblema de Aeronáutica: dos alas de plata con un disco rojo en
medio y una Corona Real encima. Este emblema será de metal para los soldados y
clases de tropa, que lo llevarán en el brazo izquierdo; y bordado para los
jefes y oficiales, que lo llevarán en el costado derecho a la altura del primer
botón de la guerrera". "Los pilotos de globo añadirán al emblema una
rueda de timón, y los de aeroplano una hélice de cuatro ramas".
Si de disponía de
dos o de los tres títulos aeronáuticos, los distintivos se sobreponían uno
encima del otro. Los observadores solamente ostentaban el emblema sin ningún
distintivo hasta que por la
Orden del 17 de septiembre de 1920 se creó uno especial para
esta titulación que consistía en una estrella dorada de cinco puntas, inscrita
en el círculo rojo.
La historia del
proyecto de este emblema se desarrolló en el domicilio del Infante don Alfonso
de Orleans y Borbón, donde un pequeño grupo de oficiales debatían la necesidad
de disponer de un emblema para la aeronáutica, pero que su diseño no fuese tan
moderno que con el transcurso del tiempo quedase anticuado. Debía de tener un origen tan antiguo que no
pudiese pasar de moda. La Infanta Dª
Beatriz, que se encontraba presente en la reunión, como egiptóloga y buena
dibujante, propuso que podía inspirarse en el "escarabajo sagrado" (o
bien pudo pensar en el "disco alado" de la tumba de Sethi o en las
alas desplegadas de la diosa Maat) y dibujo las dos alas de plata unidas por un
disco rojo y orladas por la corona real, diseño que fue aceptado con la
complacencia general.
Este emblema ha
perdurado a través de los años de existencia de la Aviación en nuestra
nación, con pequeñas variantes, ya que se sustituyó la corona real por una
mural durante la II República,
para suprimirla poco más tarde; durante la guerra civil, en la zona
gubernamental se le colocó -por poco tiempo- una estrella roja de cinco puntas,
mientras que en la zona sublevada se p uso una corona imperial y en el fondo
del disco rojo el águila de San Juan en negro, hasta que en la reinstauración
monárquica volvió a situarse la corona real, tal como se mantiene en nuestros
días.